EL MUNDO 21/02/17
ARCADI ESPADA
ESTE ASUNTO del jefe del partido Podemos que ha contratado como número dos a su prometida (que no jurada) realza de modo insospechado las viejas formas de la declamación burguesa. Número 1 y Número 2 son compañeros sentimentales. Yo también tuve de eso y como tantas otras veces, tratándose de la cursilería podémica, me pregunto si la irritación que me causan no es la irritación que me causo. El compañerismo sentimental permite gozar de las ventajas de la ambigüedad. No es lo mismo anunciar que uno pone de número 2 a su señora, que a su compañera. La señora suele estar más gorda. El compañerismo, además, pone cama y escaño en un mismo plano, usando una naturalidad hija de la misma madre patria o muerte. Compañero, únete, compañero bésame. ¿Nepotismo? ¡No! Se le llama, en doxa marxista, totalización. Su máxima expresión poética es Com un puny, aquella bella y remota canción de Raimon donde los amantes, ya en el lecho d’italiana mida, acabarán cerrándose como un puño. Las pautas burguesas, contra cuya presunta hipocresía claman en todos los sentidos totalizadores Número 1 y Número 2, aportan respecto al vínculo entre vida privada y vida pública una apreciable y satisfactoria claridad. No hace falta llegar al matrimonio y lo que tiene de obvio y ejecutivo anuncio social. También hay estaciones intermedias, como el momento en que los amantes desvelan ante el mundo que lo son, exponiendo su voluntad de serlo para siempre mientras. Al anuncio del compromiso me refiero, ese ejemplar ejercicio de transparencia que permite a la comunidad ir observando los vasos comunicantes de los individuos entre vida privada y vida pública. Cuántas veces Número 1 no habrá exigido la desnudez de los ciudadanos, fiscal, por ejemplo, en aras de la ética. Y, sin embargo, conchabado con el compañerismo sentimental, no se ha visto obligado a exponer su público compromiso con Número 2 antes de contratarla. Todas las aproximaciones al caso (aproximaciones: porque el caso no debe de tener muchos precedentes) han pagado el débito a la conyugalidad y al compromiso: Felipe González y la diputada por Cádiz, José María Aznar y la alcaldesa de Madrid, Néstor Kirchner y la presidenta de Argentina. Pero Número 1, tan aficionado, aún no le ha dado un beso en la boca a Número 2, delante de todos y todas.