Mikel Buesa-La Razón
- La economía española crece, pero de manera insuficiente; y por ello aún no hemos recuperado el nivel de PIB por habitante de los años que precedieron a la epidemia de covid-19
«Dime de qué presumes y te diré de qué careces», dice ese compendio de la sabiduría popular que es el refranero español. Con toda razón podríamos aplicárselo al presidente Sánchez, quien en su agónica campaña electoral no hace más que presumir del excelente momento de la economía, apoyado, eso sí, en la ministra Calviño, a quien se quiere hacer pasar como un genio de la política económica. El otro día, después de que esta señora apuntara que su actuación «tiene que dar tranquilidad y confianza para los próximos meses y más allá», el presidente se descolgó diciendo que la economía española «va como una moto». Y para redondear su declaración, apelando a la guerra ucraniana, no tuvo empacho en afirmar que «los años que van a venir no van a ser fáciles», motivo por el cual aseveró que «todas las reformas que se han hecho deben consolidarse». No lo dijo, pero dejó implícito que, para ello, sólo podía confiarse en él.
No hay nada más falaz que un discurso que no se compadece con la realidad. Ni como una moto ni como una tortuga. La economía española crece, pero de manera insuficiente; y por ello aún no hemos recuperado el nivel de PIB por habitante de los años que precedieron a la epidemia de covid-19. He señalado en otras ocasiones que, en realidad, con altibajos, llevamos tres quinquenios estancados y que, por eso, la insatisfacción de los españoles con su situación económica es notoria. Ciertamente el gobierno de Sánchez, con su reforma laboral, ha impulsado el empleo, pero resulta que ello no se refleja en las horas trabajadas porque una gran parte de los puestos de trabajo añadidos lo son a tiempo parcial. Y por eso, las rentas que tales empleos proporcionan son mediocres y no dan para pagar un alquiler decente. De hecho, el aumento del empleo es coincidente con el de la pobreza. La productividad tampoco se ha recuperado y las reformas de las que tanto presume Sánchez son, como ha dicho Fedea, muy decepcionantes. Además, nuestras exportaciones se apoyan sobre una devaluación salarial producto de una inflación aún no compensada en los sueldos de los que trabajan. Necesitamos un cambio radical, no la continuidad de una política fracasada.