Antonio Casado-El Confidencial
Las ruedas de prensa del presidente no desactivan la impresión de que el virus va muy por delante de sus perseguidores, a juzgar por la escalada de la maldita curva
Para anunciarnos la prórroga del confinamiento hasta el 11 de abril o recordarnos que “lo peor está por llegar”, los dos pretextos del fin de semana, no hacía falta un uso tan desproporcionado de los medios en horario de máxima audiencia.
Por cierto, sin rastro de algo parecido a la autocrítica. ¿O es que todo, absolutamente todo, se está haciendo bien? No se hace ningún favor Pedro Sánchez con sus discursivas ruedas de prensa, innecesariamente largas, redundantes y recargadas de lugares comunes. Más propias de un comentarista que de un líder en tiempos recios. Y hasta ahora, poco o nada eficaces como desactivadoras de una impresión generalizada: el virus va muy por delante de sus perseguidores, a juzgar por la escalada de la maldita curva.
«Si Sánchez comparece ante el pueblo soberano como un mero director del BOE, corre el riesgo de perderse en el frío mundo de la España oficial»
Así va a tener muy difícil la conexión emocional con la España angustiada y prisionera del coronavirus. Si comparece ante el pueblo soberano como un mero director del BOE, corre el riesgo de perderse en el confortable mundo de la España oficial, insensible al sufrimiento real de la gente en el momento más difícil desde la Guerra Civil.
Antes de que Sánchez se lo comunicase a los presidentes en su cita telemática de ayer, ya sabíamos que el Consejo de Ministros de mañana acordará pedir al Congreso la prórroga del estado de alarma y que la Cámara lo concederá el miércoles.
«Ya haremos esa imprescindible reflexión con la victoria», añade, dando por seguro que la victoria le absolverá de los errores cometidos
Nada nuevo. Nada que no sepamos. Envuelto, eso sí, en una retórica emocional que no da el peso para hacernos sentir que estamos en buenas manos y todo está controlado. No alimenta la confianza ver cómo el presidente alarga artificialmente una rueda de prensa telemática celebrando que somos campeones en fibra óptica, se dispara el uso de internet, disminuye la delincuencia o baja el precio de la gasolina.
Para la voracidad de los corrillos queda la tarea de descifrar una de las frases pronunciadas ayer por Sánchez: “Soy el presidente del Gobierno y asumo toda la responsabilidad”. Si nos puede la tentación de remontar semejante obviedad, hemos de deducir que los hechos le apremian más a reafirmarse en lo primero que en aplicarse lo segundo. Él mismo nos ayuda a llegar a esa conclusión cuando dice que ahora no toca flagelarse con reproches. “Ya haremos esa imprescindible reflexión con la victoria”, añade, dando por seguro que la victoria le absolverá de los errores cometidos.
Craso error, presidente.