LIBERTAD DIGITAL 04/01/17
· Crece el descontento por la «desconexión» entre la cúpula del partido y los grupos autonómicos y municipales.
En cualquier vecindario, hay familias que se tiran los trastos a la cabeza sin pudor y sin tapujos, a la manera en que sucede de un tiempo a esta parte, y particularmente en los últimos días de 2016 y los primeros de 2017, en Podemos. A otras, en cambio, ni se las oye casi en el rellano de la escalera, y se las ve sonrientes cuando salen y entran del hogar, pero la tensión dentro del mismo puede llegar a ser tanto o más grande.
Al igual que el partido morado, Ciudadanos afronta a principios de 2017 un congreso nacional, el cuarto de su historia pero el primero como fuerza con implantación efectiva en toda España. Que Albert Rivera, con el equipo que elija (el presidente naranja saldrá de unas primarias con sistema de lista plancha a finales de enero, una semana antes del cónclave) seguirá siendo el líder está fuera de toda duda, pero las grietas que se empiezan a abrir, de manera muy soterrada, en la familia naranja, son cada vez más grandes. Hasta el punto de que se podría llegar al congreso, que tendrá lugar en Madrid, con una enmienda a la totalidad de compromisarios madrileños al estatuto y los idearios que no sin dificultad el sector riverista sacó adelante en el Consejo General del pasado 17 de diciembre.
El «intolerable» artículo sobre las corrientes internas
Entre los aspectos del texto que fuentes de Ciudadanos en Madrid consideran «intolerables» y «torpes» está el artículo estatutario que califica como falta muy grave la creación de «corrientes de opinión internas», algo defendido expresamente por Rivera el pasado día 19. Además, estiman que el momento de entrar en gobiernos no es, como dice la ponencia de estrategia, 2019, sino «ya mismo», sobre todo, argumentan, dada la experiencia que se está viviendo a nivel nacional, donde el grupo parlamentario naranja se ha visto orillado en los grandes asuntos por la entente entre PP y PSOE.
Para testar el grado descontento en Ciudadanos Madrid, basta escuchar a varios dirigentes centristas en la confianza de una conversación fuera de micrófono y alejada tanto de Alcalá 253, donde se ubica la sede del partido con enormes fotografías del líder en su fachada, como del Congreso de los Diputados, el otro lugar donde Rivera y los suyos ejercen un férreo control de la nave naranja. «Antes, si un sábado Albert Rivera iba a La Sexta Noche, era un evento que nos unía virtualmente. No había ni cena, ni quedada con los amigos ni excusa por el estilo que valiera. Todos a tuitear la entrevista, y luego quedábamos para comentarla. Era muy bonito. El otro día estuvo y ni se comentó casi en nuestros foros».
El lamento melancólico procede de una militante y ahora cargo público de Ciudadanos en Madrid, la autonomía que más afiliados aporta al conjunto de los 30.000 que hay en toda España. Otros lamentan tener «mayor conexión personal» con alguno de sus rivales políticos que con el líder de su partido: «Nadie duda que él es el mejor de nosotros y que tiene que capitanear este barco, pero determinados procedimientos y actitudes de su equipo nos están haciendo mucho daño«. Entre estos últimos, se señala a los rígidos protocolos de comunicación que, como ya adelantó Libertad Digital, someten al control de la Ejecutiva y de la secretaría de comunicación cualquier intervención en prensa de los responsables públicos del partido, aun cuando el asunto a tratar sea de índole autonómica o municipal. «¿Pero cómo puede ser que de los cortes de tráfico de Manuela Carmena hable alguien que vive en Barcelona?» comentan indignados.
«Como en el Real Madrid»
Incluso dirigentes de Madrid que no son tan críticos, señalan la necesidad de «profesionalizar» la comunicación: «Cuando ves el equipo que lleva Cristina Cifuentes te das cuenta de cómo hay que hacer las cosas en ese terreno». Los más críticos señalan, además, la falta de coordinación con los grupos municipales y autonómicos: «Hay asuntos municipales o de la comunidad que son de filosofía política o económica general y no sabemos a qué atenernos. Nuestros rivales lo notan y nos atacan por ese flanco débil».
Fuentes de la cúpula riverista, en cambio, minimizan el descontento de los afiliados: «Esto es algo natural, en el Real Madrid pasa lo mismo, ya puedes ganar la Champions un año, que en la asamblea de socios compromisarios siempre hay tíos poniendo a parir a Florentino Pérez. Tenemos que recordar que el último congreso de Ciudadanos se celebró en 2011 y las expectativas se han cumplido con creces». Admiten, sin embargo, que las ponencias de estatutos, valores y estrategia política son «mejorables» en particular el artículo que penaliza hasta con la expulsión a las corrientes críticas.
La última semana de 2016, tanto la líder del partido en Cataluña, Inés Arrimadas, como el número dos del partido a nivel nacional, José Manuel Villegas, aceptaban la posibilidad de cambios en las ponencias para el congreso. Arrimadas, preguntada en una entrevista en El País por el artículo estatutario sobre las corrientes críticas, aseguraba que «no es un documento final» mientras que Villegas apuntaba, incluso, la posibilidad de enmiendas a la totalidad: «Todo el contenido de los tres documentos es susceptible de ser mejorado, los afiliados decidirán. Seguro que hay también enmiendas a la totalidad y creemos que eso es bueno. La suerte que tenemos es que, al final, los afiliados van a definir el partido que quieren».
Los problemas del ‘puente aéreo’
La expansión nacional de Ciudadanos, y el proceso por el que ‘absorbió’ electoralmente a UPyD en 2015, no se entiende sin los resultados en Madrid en las Europeas de mayo de 2014, cuando dos tercios de los votos a la candidatura naranja que encabezó Javier Nart procedieron de la capital. Sin embargo, la armonía entre los pioneros catalanes y sus compañeros madrileños nunca ha sido excesiva. Los segundos a punto estuvieron de impugnar el procedimiento de primarias por el que se elaboró aquella candidatura (las europeas tienen una circunscripción única) en la que el número tres figuraba Carolina Punset, posteriormente líder del partido en la Comunidad Valenciana y ahora, desde su puesto de eurodiputada, de los pocos dirigentes que alzan la voz en público contra Rivera.
En realidad, el conflicto entre Barcelona y Madrid ha estado servido desde el inicio hace una década de Ciudadanos, la única formación española con la peculiaridad de tener un origen catalán. Ya en 2006 y 2007 los afiliados madrileños fueron uno de los quebraderos de cabeza de Rivera, que vio como enseguida el número de militantes aumentaba potencialmente en la capital, equilibrando el poder catalán.
Madrid está fuertemente representado en la actual Ejecutiva con nada menos que los líderes autonómico y municipal del partido, Ignacio Aguado y Begoña Villacís. Ambos seguirán después del congreso, acompañados por el secretario general del grupo en el Congreso de los Diputados, Miguel Gutierrez, y puede que algún otro ‘ciudadano madrileño’. Nada que, en principio, pueda evitar a Rivera tener que encarar una pugna de los compromisarios madrileños en el congreso del primer fin de semana de febrero.