Isabel San Sebastián-ABC

  • En manos de los madrileños está expulsar al siniestro Iglesias de la política patria o convertirlo en nuestro déspota

Si quedaba alguna duda respecto de lo que se dirime en las elecciones autonómicas madrileñas, Pablo Iglesias la despejó ayer anunciando su candidatura. Tanto ansía la izquierda Frankenstein conquistar la joya de la corona autonómica, tal es el terror que le inspira la figura carismática de Díaz Ayuso, que el mismísimo vicepresidente del Gobierno ha decidido encabezar el lance, dispuesto a vencer o morir. En esta batalla no habrá heridos. O gana la lideresa popular con una mayoría lo suficientemente holgada como para formar un Ejecutivo de progreso y bienestar, o se impone el fundador de Podemos y convierte a la locomotora de España en una réplica a escala de la Venezuela chavista. La magnitud de la apuesta no admite términos medios. El próximo 4 de mayo los madrileños nos jugamos la libertad frente al comunismo, y la única forma segura de cortar el paso al podemita es concentrar todo el voto liberal en la única candidata capaz de salir victoriosa del trance; es decir, Díaz Ayuso.

Se harán las más variadas lecturas de las razones que han llevado a Iglesias a pegar semejante patada al tablero: la debilidad de su formación en la cuna que la vio nacer y amenaza con enterrarla; sus pésimos resultados en Galicia y País Vasco, sumados a su irrelevancia en Cataluña; sus desavenencias en el seno de la coalición gubernamental, que podría estar a punto de romperse; su deseo de recobrar el protagonismo perdido frente a un Sánchez que ha demostrado ser mucho más astuto que él a la hora de obtener beneficios del poder y descargar en su socio todo el desgaste inherente a su desastrosa gestión; la posibilidad de un adelanto de las generales en cuanto llegue de Europa el dinero suficiente para que Moncloa pueda esconder la dramática situación económica tras una gruesa cortina de regalos semejante a los célebres ‘viernes sociales’; los pésimos augurios que la totalidad de los sondeos formulan sobre los morados… Sea cual sea la gota que ha terminado de colmar el vaso, el caudillo podemita ha devuelto el masculino a las siglas de la formación y relegado a Isa Serra al papel de segundona para auparse personalmente a lo más alto del cartel. ¿Qué pensará Irene Montero de ese desprecio a una mujer?

La onda expansiva del terremoto barre de escena a los secundarios. Ciudadanos ya agonizaba en Madrid, tras el ridículo de Arrimadas en Murcia y las intrigas de Aguado contra quien le hizo vicepresidente. Con Iglesias en la carrera, dudo que logre superar el cinco por ciento perentorio para entrar en la Asamblea. La presencia del coletudo movilizará el voto de la izquierda y lo llevará hacia Podemos, en detrimento de Gabilondo y Errejón, pero también concentrará en el PP el voto de centro y centro-derecha, estrechando el margen de Vox. En manos de los madrileños está expulsar a ese personaje siniestro de la política patria o convertirlo en nuestro déspota.