Tonia Etxarri-El Correo

No se conoce todavía el informe de la UCO sobre los presuntos amaños de obras públicas del número tres de Pedro Sánchez en el partido. Pero está el terreno de La Moncloa y del PSOE tan pantanoso que todos los focos se están dirigiendo hacia Santos Cerdán. No por invenciones ni por bulos sino por las instrucciones judiciales. Por eso la oposición carga las tintas como hizo ayer en el Congreso.

El mapa de la imputación a Begoña Gómez pasando por Ábalos, Koldo y Aldama hasta su fiscal general, Álvaro García Ortiz, parándose un momento en la inminente recolocación del presidente de la Diputación de Badajoz como diputado para beneficiarse del aforamiento ante su imputación por el caso del hermano del presidente se va oscureciendo. La penúltima guinda: la extraña relación del vicepresidente segundo del Parlamento canario con un capo libanés de la droga en Tenerife.

Con este panorama y antes de conocer los detalles del informe de la UCO, quien introdujo a Koldo en los ambientes de Ferraz, lleva ya unos días oyendo voces: ‘calienta, que sales’. Y ese run-rún le hace sentirse tan acorralado a Santos Cerdán que se le ocurrió registrar ante el Congreso no hace ni quince días, así de repente, cinco preguntas parlamentarias al Gobierno, sin sentido, sobre obras en Navarra. Por adjudicaciones que coinciden con la investigación de la UCO cuyas conclusiones aún no han visto la luz. Para ponerse la venda antes de la herida, por si acaso.

Quizá por eso se comprenda -aunque no se justifique- la torpe parada del balón que realizó Pedro Sánchez ayer cuando le preguntaba Feijóo, en sesión parlamentaria. «¿Avala la gestión de su mano derecha en el partido?». Y el presidente respondió acusando al líder del PP de «difamar a personas honestas».

¿Dónde estaba la difamación? Sin embargo, Sánchez -que se arriesgó a defender a su muñidor de los pactos con Puigdemont y Bildu- cayó en su propia trampa al practicar la acusación que él mismo acababa de dirigir al presidente del PP. Porque lo volvió a hacer. Señaló a Isabel Díaz Ayuso como corrupta. La presidenta de Madrid -la causa de sus desvelos- no está sometida a ninguna investigación judicial; no está imputada. Pero Pedro Sánchez persiste en la calumnia. Que algo queda, aunque luego en las urnas, la campaña permanente del PSOE contra la líder popular en Madrid se le vuelva en contra.

Serán los nervios en la Moncloa, pero los contragolpes no están dando los resultados que pretenden. Se les ve con la guardia baja. Tendrán que cambiar de argumentario. A ver si repescan al consultor Iván Redondo para la próxima campaña y se les refresca la imaginación. Y Patxi se relaja. ¿Decir, como hizo la vicepresidenta María Jesús Montero, que el popular Bendodo usaba ese tono con ella porque es «mujer, socialista y andaluza» es el camino? ¿Mascullar respuestas amables y defensivas para Junts y EH Bildu, tan poco golpistas (los unos) y con un pedigrí tan democrático (los otros) se seguirá aceptando en su electorado? Si Pedro Sánchez tuviera una respuesta afirmativa, a estas horas ya estaría convocando elecciones.