Editorial-El Español

La invasión rusa de Ucrania tuvo un efecto vigorizante para los países europeos, que han venido incrementando su gasto militar en una media del 18%. La OTAN, en la que están integrados muchos de ellos, ya reconoce que el objetivo adquirido en 2014 para que sus miembros destinen al menos el 2% del PIB a Defensa ha quedado obsoleto.

El secretario general de la OTAN, con quien se reunirá hoy Pedro Sánchez en La Moncloa sin haber hecho los deberes, alertó la semana pasada en el Foro Mundial de Davos de que si los miembros de la alianza no superan pronto el umbral del 3%, la seguridad colectiva quedará comprometida en «cuatro o cinco años».

Pero si la amenaza planteada por el expansionismo ruso fue catártica, el regreso de Trump a la Casa Blanca supone el acicate definitivo para precipitar el rearme de Europa.

Aunque hostigadora, la presión que ha venido ejerciendo a cuenta del insuficiente esfuerzo europeo en materia de seguridad ha servido para abrir nuevos debates, como el de la creciente disposición entre nuestros socios a enviar una fuerza militar europea con la misión de supervisar un posible alto el fuego entre Rusia y Ucrania.

También en Davos, Trump (que ha amenazado en otras ocasiones con sacar a EEUU de la OTAN si los países miembros «no pagan sus facturas») exigió elevar el objetivo de inversión en Defensa de la OTAN hasta el 5% del PIB. Y la jefa de la diplomacia de la UE admitió en el mismo foro que el nuevo presidente estadounidense tiene razón al exigir a Europa que duplique su gasto militar.

Es cierto que, al menos, la mayoría de los miembros de la alianza sí han logrado ya la meta del 2%. Y por eso Mark Rutte ha urgido a «los que no están en el 2%» a «llegar en un par de meses».

Entre ellos se encuentra España, que invertirá este año en defensa el equivalente al 1,28% del PIB. No le faltó razón a Trump al lamentar que España presenta un gasto militar «muy bajo». De hecho, nuestro país es el que menos gasta de los 32 aliados de la OTAN, lo cual resulta sencillamente incomprensible para la cuarta economía europea.

No se puede pasar por alto que las partidas de gasto militar del Gobierno Sánchez no han dejado de crecer en los últimos años en una proporción elevada. Pero cada vez que ha querido incrementar el presupuesto en Defensa, se ha topado con el rechazo no sólo de sus socios de investidura, sino también de sus socios de coalición.

La encuesta de hoy de SocioMétrica-EL ESPAÑOL confirma que el 84% de los votantes del PSOE, el 79% de los de Sumar, casi el 90% de los de Podemos y el 83% de los socios nacionalistas del Gobierno se declaran contrarios a elevar el gasto en Defensa.

Es decir, que con la mayoría Frankenstein existente hoy en el Parlamento, será inviable que Sánchez pueda realizar su plan de llegar al nivel del 2% para 2029. Unas limitaciones para aumentar el esfuerzo militar que la ausencia de unos nuevos Presupuestos Generales del Estado no hace sino agravar.

En todo caso, el problema va más allá de Sánchez y sus socios. Según los datos de SocioMétrica, el 51,3% de los españoles está en contra de elevar el gasto en Defensa. Pero, aunque la opinión pública española sea de las más reticentes en Europa a asumirlo, este aumento será inevitable a la luz del nuevo contexto geopolítico.

Será necesario hacer mucha pedagogía para que el electorado izquierdista asuma que nuestro país debe cumplir con los compromisos adquiridos con sus aliados de la OTAN hace más de una década.

El pacifismo ramplón debe dar paso a un cambio de mentalidad realista capaz de entender que incrementar las partidas militares no consiste en un juego de suma cero que redunde en detrimento del gasto social. Al contrario, no puede haber paz ni bienestar material sin una fuerza disuasoria eficaz. En un mundo que se ha vuelto más peligroso, España necesita más cultura de Defensa.