Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL 07/12/12
«Los salvajes que cometen esas fechorías son horribles, y los civilizados que les dejan cometerlas, espantosos» (Víctor Hugo).
Ya he explicado en un artículo anterior por qué ni los resultados de las últimas elecciones catalanas ni la legislación (catalana y española) forzarán a Artur Mas a «meter en el congelador» su reiterado compromiso de llevar a cabo en esta legislatura una consulta soberanista ilegal. Ahora toca señalar los auténticos obstáculos que los separatistas se van a encontrar, y hasta qué punto son o no insalvables. El primero, y más importante, es el temor a que el resultado les sea adverso. El segundo son las dificultades que encontrarán para llevar acometer al mismo tiempo los duros ajustes que exige la reducción del déficit público, objetivo al que, si tuvieran que tomar en serio a Rajoy y a Montoro, está condicionada cualquier ayuda del Fondo de Liquidez Autonómica.
Es evidente que el adoctrinamiento nacionalista, tanto en los medios de comunicación como en las escuelas, ha conseguido que los partidarios de la secesión hayan pasado en unos pocos años de una exigua minoría a posiciones que ya rondan la mitad de la población. Se trata, sin duda, de uno de los procesos de ingeniería social más exitosos y lamentables que se hayan dado en Europa. Pero aun así no tienen garantizado, ya digo, un triunfo claro, ni siquiera ajustado, de la ruptura. Y esto es así no sólo por lo que queda de España en Cataluña, sino porque muchos catalanes son conscientes de que, a día de hoy, la secesión conllevaría la expulsión de la UE. No obstante, los nacionalistas bien podrían tratar de sortear este obstáculo con una pequeña modificación en la formulación de la pregunta, para que, por ejemplo, quedara así: «¿Desearía que Cataluña dispusiera de un Estado propio si la UE le garantizase su permanencia en ella?». No faltarán quienes digan que esto sería tanto como seguir mintiendo a los catalanes, jugar a la ciencia ficción o hacerse trampas al solitario. Pero de eso precisamente ha ido siempre el juego de los nacionalistas, y no por ello resulta menos desestabilizador y peligroso.
Los nacionalistas saben, a diferencia de muchos de sus oponentes, del enorme valor político que tiene ese referéndum, por mucho que sus resultados no sean vinculantes jurídicamente para la UE ni para España. Y no olvidemos –valga la metáfora– que apenas hay nada en la reputada ciencia actual que no haya tenido sus comienzos en la denigrada ciencia ficción.
Aun menos insalvable me parece el obstáculo que Mas va a encontrar para conciliar su consulta soberanista con los duros ajustes que le exige los objetivos de reducción del déficit. Y esto por varias razones. Primero, porque las formaciones nacionalistas de izquierdas no van a dejar de apoyar esa delictiva consulta secesionista, por mucho que el Gobierno de Mas cumpla con los recortes. Y, segundo, porque no creo que el PP catalán deje de apoyar a CiU en sus futuras políticas de ajuste por mucho que el Gobierno de Mas siguiera adelante con su ilegal consulta. Es más, creo que este catastrófico PP de Rajoy es capaz de financiar al Gobierno de Mas aun cuando se saltase a la torera tanto su obligación de reducir el déficit como la de acatar la Constitución en lo que a consultas soberanistas se refiere. De hecho Rajoy no está haciendo otra cosa con el desobediente continuador de la ilegal inmersión lingüística. Recordemos que, en un principio, a lo que abocaba directamente el incumplimiento autonómico de los objetivos de reducción del déficit era a la intervención por parte del Gobierno central. Sin embargo, como lasadvertencias de Montoro causan más miedo a Rajoy que a Mas, el ministro de Hacienda se ha visto obligado a advertir no con la intervención, sino con el corte del grifo del Fondo de Liquidez Autonómica. No hay que olvidar, sin embargo, que el Gobierno ya ha abierto a tope ese grifo a favor de la Generalidad de Cataluña, por mucho que sea un secreto a voces –¿verdad, Soraya?– que Montoro miente cuando dice que todas las comunidades autonómicas –incluidas Calatuña y Valencia– están cumpliendo sus objetivos de reducción de déficit.
Desengañémonos. Por evitar a Rajoy su obligación de hacer cumplir a los nacionalistas, Montoro no sólo está consintiendo que numerosas comunidades maquillen sus datos de déficit, sino que es bien capaz de endosar parte de este desfase, no ya a los pensionistas, cosa que también ha hecho, sino al déficit de la Administración central. Y es que, si las autonomías están cumpliendo tan bien como la Administración central, ¿cómo es posible que el desfase del conjunto de las Administraciones Públicas en 2012 esté dos puntos por encima del 6,3 por ciento, último tope fijado por el Gobierno del PP, que, a su vez, es dos puntos superior al fijado por Rajoy en un primer momento? ¿Lo vamos a explicar con la cantinela, plagada de medias verdades, del despilfarro de ayuntamientos y diputaciones?
Decía Woody Allen que cada vez que oía a Wagner le entraban ganas de invadir Polonia. Pues bien, con Rajoy al frente, no nos extrañe que Mas no pierda las ganas de secesionar Cataluña.
Guillermo Dupuy, LIBERTAD DIGITAL 07/12/12