Yo no soy gran aficionado al fútbol, pero anoche, tras el partido, oyendo desde casa las bocinas de los coches y la cohetería, me sentí contento. Era la primera vez desde hece años que me sentía parte de una colectividad que no se despreciaba a sí misma.
Uno debe confesar su error: el 0-1 contra Suiza le realimentó el pesimismo histórico producido por el hecho que la selección española no había pasado nunca de cuartos de final y puso sus esperanzas en llegar a las semifinales. Se llegó y se pasó con extraordinaria brillantez frente a Alemania. Y se pasó frente a Holanda. No estábamos en la Champions en Economía, pero somos campeones del mundo en fútbol. Fue épico y a ratos agónico, pero España se llenó ayer de camisetas de la Roja y de banderas y hasta en los pueblos pequeños se pusieron pantallas gigantes para que el personal viera la final haciendo piña.
Se comprende que el socio principal de Montilla viera con temor la posibilidad de que hubiera en las calles de Barcelona más banderas españolas que señeras, aunque para eso están las interpretaciones. Diari de Girona titula: Iniesta (el barcelonista) hace campeona a España». Ahora imaginen la posibilidad de que el mismo diario titulase: «Iniesta (el albaceteño) hace al Barça campeón».
El diario ‘Deia’ también personific: «Iniesta conquista el mundo», titula, por no decir ‘España’. Fue el gol de Iniesta, claro, y las paradas de Casillas y los cinco goles de Villa y el juego de todos los demás. En páginas interiores, el diario del nacionalismo vasco vuelve al restaurante alemán ‘Ein Prosit’, en el que el diputado general de Bizkaia lamentó, junto al propietario, la victoria de España sobre Alemania (Ver el comentario del pasado día 10).
‘Deia’ lo cuenta así:
«Donde mejor ambiente se vivió fue en el ‘Ein Prosit’. En el local regentado por los hermanos Thate, los cánticos de ‘Holland, Holland’ daban color a una noche cada vez más nerviosa. En el Convente (sic) Garden, por su parte, apenas se escuchaban cánticos favorables a los de Vicente del Bosque, pero en el minuto 116 de partido todo cambió. El derechazo de Iniesta hio que el local de la calle doctor Areilza estallase de júbilo y los bares de la calle Licenciado Poza saltasen de alegría.»
Luego la gente se echó a la calle, con camisetas de la roja y algunos con banderas de España. En Ciudad Crisoín, por supuesto, pero también en Barcelona, Bilbao y Vitoria. En Bilbao fueron detenidos tres individuos por agredir a personas que vestían al camiseta de la Roja y celebraban la victoria de España. El fascismo es igual en todas partes. Las diferencias sólo son de grado.
Yo no soy gran aficionado al fútbol, pero anoche, tras el partido, oyendo desde casa las bocinas de los coches y la cohetería, me sentí contento. Era la primera vez desde hece años que me sentía parte de una colectividad que no se despreciaba a sí misma.
Santiago González en su blog, 12/7/2010