IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO

Una vez confirmado que las ‘demasiado alegres’ navidades (demasiado alegres al menos en términos de la ‘nueva normalidad’) repuntaban la serie perversa de contagios/ingresos/fallecimientos y nos devolvían a la nueva ‘normalidad’ de las restricciones severas, estaba claro que enero iba a ser un mes malo para la economía en general y para el empleo en particular. Confirmado. El paro ha aumentado en 76.000 y se aproxima a los cuatro millones, mientras que la Seguridad Social pierde 218.953 afiliados y, en consecuencia, baja de los 19 millones de cotizantes. Por su parte, el sistema de los ERTE se agranda con la llegada de 35.625 personas, que serán bastantes más en cuanto se normalice la tramitación de las solicitudes pendientes.

Si quiere animarse, puede fijarse en que los meses de enero acostumbran a ser malos, pues desaparecen una buena parte de los contratos firmados para encarar las siempre mayores ventas que suceden en las navidades. Pero eso sería autoengañarse, porque la ‘culpa’ de que este enero no haya sido tan malo y haya habido menos despidos es del mes de diciembre, que fue peor que los anteriores, con menos contrataciones ante las escasas perspectivas de estas navidades tan poco ‘normales’. Es decir, como se contrató menos en diciembre, se ha despedido menos en enero.

Aún así, este mes ha disfrutado de un primer tercio, hasta pasadas las festividades de los Reyes Magos, que ha presentado una cara mucho más amable que sus dos tercios restantes, cuando las restricciones se han agolpado sobre nuestro comportamiento social. Y ahí siguen y ahí seguirán durante un buen rato. Incluso aunque la curva se aplane, que se aplanará pronto, pues las autoridades han aprendido que abrir la mano a la movilidad implica abrir las puertas de las UCI.

Por eso tenemos por delante un primer trimestre muy malo, un segundo malo y un resto de año esperanzador si la distribución de las vacunas abandona el actual desbarajuste y se acomoda con los planes iniciales. Es decir, dos trimestre rozando o sumidos en la recesión y otros dos superando la cuesta. Hace tan solo dos días la ministra de Industria y Turismo nos dijo que empezaremos a viajar en fechas tan próximas como la Semana Santa. Ni lo sueñe. La portavoz del Gobierno, con su habitual generosidad oral, nos dijo ayer que es obligatorio ser cauto y prudente con las previsiones. No sabía yo que Reyes Maroto era una incauta imprudente. Pero créale a María Jesús Montero, porque de fallos en las previsiones sabe un montón y tiene una gran experiencia.