Mikel Buesa-La Razón
- No puede ir como una moto o un cohete una economía en la que la renta relativa de los españoles lleva retrocediendo casi dos décadas con respecto al promedio europeo
Ha pasado algo más de medio siglo desde que Camilo José Cela, comentando una fotografía de Alfonso Viada, escribió, refiriéndose a la Economía Política, aquello de que «una mocita en cueros es una fuente de riqueza, pero si le queda la teta de babor a la remanguillé es un bien de consumo». A algún moralista contemporáneo esto le podría parecer un exabrupto machista de don Camilo, pero no es así, pues sus palabras encierran una verdad indubitada: los mismos bienes o servicios pueden ser elementos del capital o simples mercancías de supermercado dependiendo del uso que se les fuera a dar. Cela concluía de ello que «la teoría es fácil; lo malo es la práctica, porque la especie humana lleva todavía a cuestas demasiados lastres». Y en efecto son esos lastres los que a los mortales no versados en los entresijos de la Economía les conducen al caos conceptual y, lo que es peor, a una estúpida confianza en los mensajes simplistas que se ventilan desde el poder, digamos el Ministerio de Economía o la Presidencia del Gobierno.
Viene a cuento esto a raíz de la moto, primero, y el cohete, después, con los que Pedro Sánchez ha descrito metafóricamente la conducción actual de la economía española. Por cierto, mi maestro Juan Velarde me transmitió la idea de que utilizar alegorías en nuestra profesión era poco conveniente, pues como en su juventud le dijo a él Pío Baroja «las metáforas son siempre muy malas». Y así es, en efecto, pues no puede ir como una moto o un cohete una economía en la que la renta relativa de los españoles lleva retrocediendo casi dos décadas con respecto al promedio europeo. El Banco de España, en su Informe Anual, ha enumerado los problemas sin resolver que han llevado a ese resultado: baja productividad, insuficiente tamaño de las empresas, paro estructural elevado, reducida inversión, educación deficiente, innovación mediocre, instituciones débiles, envejecimiento poblacional, desigualdad y desorden en las finanzas públicas. Al señor Sánchez y a su ministro Cuerpo les puede parecer que la tasa de aumento del PIB y el número de empleos lo dicen todo sobre el devenir económico, pero es evidente que su confusión conceptual no ayuda a enderezarlo.