ABC 12/07/16
IGNACIO CAMACHO
· Dirigentes del PSOE están pidiendo a Rajoy que fragüe un pacto con C’s como condición previa para la abstención
SI esta legislatura puede servir para algo, en el supuesto de que dure más allá de noviembre, es para volver a articular consensos de Estado. Ése y no otro es el desafío de supervivencia para el bipartidismo: demostrar a una generación que ha dejado de votarlo –la de los menores de 40 años– que tiene capacidad para renovarse a partir de la comprensión de su propia crisis. Si el PSOE y el PP desperdician esta segunda oportunidad que les han brindado las urnas certificarán su decadencia y quedarán expuestos a la ley implacable de los ciclos históricos. El instinto de conservación ante la «amenaza Podemos» ha generado en favor de los dos partidos dinásticos un cierto reagrupamiento electoral, pero será difícil que se repita en beneficio de ambos. O entienden ese mensaje, que exige reformas estructurales como base de un nuevo pacto social, o se acaba de verdad el orden del 78, el de la estabilidad y la alternancia. Un fracaso ahora significa entregar a los nuevos actores el papel protagonista del futuro inmediato.
Esto lo tienen que entender sobre todo los socialistas, porque el PP lleva tiempo insistiendo en el valor de la experiencia frente al experimentalismo. Hay muchos dirigentes en el PSOE que ven en la vuelta al consenso la clave del regreso al poder o, al menos, de la recuperación de su rol de estabilizador democrático. No sólo de la vieja guardia o del Antiguo Testamento; también barones territoriales afines al concepto clásico de la socialdemocracia. Ellos son los que están proponiendo el desbloqueo de la investidura mediante acuerdos reformistas que les garanticen el liderazgo de la oposición y la reconstrucción de la alternativa. Saben que Podemos es una fuerza de impulso urgente que no resistirá una segunda derrota. Pero Sánchez se siente amenazado en su liderazgo y su actitud defensiva colapsa las respuestas porque le lleva a vincular su resistencia en el cargo con su estrategia política.
La situación es grave. Una eventual apuesta de Sánchez, no descartada, por levantar una candidatura alternativa a Rajoy podría provocar una fractura interna en su partido. Por eso al presidente le han llegado estos días voces en demanda de auxilio. Le piden que amarre un pacto con C’s y Coalición Canaria –170 diputados– como condición previa para forzar la abstención socialista. Esos dirigentes están dispuestos a convocar si es preciso un Comité Federal que revoque la negativa del secretario general y lo arrastre de hecho al borde de la renuncia. Pero necesitan que el centro-derecha conforme primero una masa crítica incontestable. Se trata de una variante precaria no de la gran coalición sino del acuerdo de Estado que el bipartidismo necesita para refundarse y proyectarse hacia otra nueva etapa. La tentación de las terceras elecciones puede provocar un inesperado corrimiento de tierras. No es el Gobierno lo que está en juego sino el sistema.