Juan Carlos Girauta-El Debate
  • En breve, Leire será del PP, y el PP se la comerá. De momento, la propagandista más audaz, la temible Silvia Intxahurraco, la está presentando como una desconocida conchabada con Aldama, y a este lo tiene por próximo al PP

Por mucho que lo hayamos visto antes, sigue impresionando un gato socialista atrapado. Adquieren habilidades de superhéroes de cine. Se aplanan hasta alcanzar el grosor del papel y escapan de la celda argumental que les retiene cual cuartilla llevada por el viento, deslizándose bajo la puerta. O se hacen una bola, ruedan calle abajo y nadie los alcanza. Como la mitología, uso figuras proteicas para sugerir el instinto absoluto de adaptación para la supervivencia. Ahora mismo están en proceso de echar al PP la culpa de: el bulo del magnicidio, la «investigación periodística» de la fontanera y las presiones a la UCO. ¿Le parece imposible, lector?

Haga memoria. Yo tengo en la mía parejos vodeviles. He visto cómo un director general de la Guardia Civil, socialista de los de orgía barata, un tipo que se lo llevaba crudo sin respetar ni a los huérfanos de la institución, pasaba a ser percibido como un enemigo del PSOE y, por lo tanto, un amigo del PP. Roldán, se llamaba. Un sujeto extraño. Después de comunicar que iba a «tirar de la manta» y de verse en las revistas en calzoncillos con unas señoritas y un flotador, iluminados por sórdida lámpara que invitaba a cortarse las venas, el PSOE empezó a criticarlo, a maldecirlo, a condenarlo con tanta furia, convicción y ganas que el noble pueblo perdió de vista la adscripción del pájaro.

Desde el Gobierno, desde el partido, desde el Parlamento, desde las tertulias y desde los papeles lo alanceaban los socialistas sin tregua. En unos días, la sensación era que PSOE y Roldán eran antagónicos. A partir de ahí, cualquiera que diera el mínimo crédito a Roldán solo podía ser dos cosas, a la vez: un amigo de la corrupción y un igual a Roldán. Como si el porquero de Agamenón no pudiera decir verdad, el PSOE de González, el menos dañino que hemos conocido, logró que el PP pagara un precio político cada vez que utilizaba la figura del ladrón, ya fuera para glosar la corrupción socialista (que entonces no era menos que la de ahora, si bien no estaban dando a la vez un golpe de Estado), ya fuera para usar un dato cierto y confirmado cuya fuente hubiera sido o hubiera podido ser Roldán. Adhirieron al apellido Roldán las siglas del PP.

Pocos se acuerdan de este logro fenomenal de la propaganda y la agitación, pero así ocurrió. Y pretenden repetirlo. En breve, Leire será del PP, y el PP se la comerá. De momento, la propagandista más audaz, la temible Silvia Intxahurraco, la está presentando como una desconocida conchabada con Aldama, y a este lo tiene por próximo al PP, que tampoco es que adorne mucho. Con nuestros ojos hemos visto a Aldama yendo a reventar la narcotizante rueda de prensa de la fontanera. Grandes risas. Pero Intxa la Hincha ha visto otro cosa: «Víctor de Aldama ha ido a esa rueda de prensa a arropar a Leire Díez». Ni la contorsionista del Circo Price.