«Contra el diálogo, cárcel», denuncia el abogado de Ibarretxe. Con la misma arrogancia que exhibió el PSOE para saltarse las leyes con ETA. La sociedad vasca está enferma, sí, pero, parte del Estado, también.
Además de los propios terroristas, hay dos tipos de políticos sentados en el banquillo de Bilbao. Los nacionalistas, Ibarretxe, que se han saltado la ley sobre ETA una y otra vez a lo largo de sus treinta años de poder. Y los socialistas, López y Ares, que se la saltaron esa vez, bien a sabiendas de que lo hacían. No se puede comparar la responsabilidad de unos y de otros, de quienes han sostenido indirectamente a ETA y de quienes son, ante todo y sobre todo, sus víctimas.
Pero ambos, nacionalistas y socialistas, comparten banquillo porque ambos se saltaron la ley y la decencia democrática. Aunque sus motivaciones fueran distintas. Pero ocurre que la historia está completamente saturada de políticos que delinquieron con bondadosísimas intenciones. Que los socialistas nos hablen ahora de sus buenas intenciones es una tomadura de pelo. Esas supuestas buenas intenciones ya fueron denunciadas por todo el movimiento antiterrorista en su momento, cuando aún estaban a tiempo de evitar el delito. Se les dijo y se les repitió que no podían reunirse con el brazo político de ETA, que, si lo hacían, legitimaban a los terroristas, dejaban sin efecto la ilegalización de Batasuna y colaboraban en la comisión de una ilegalidad.
Hechos que ellos conocían perfectamente. El problema es que las supuestas buenas intenciones estaban, al parecer, explicitadas en el acuerdo entre ETA y el Gobierno. En la exigencia de ETA de una reunión pública del PSE con Batasuna para destruir políticamente la ley de partidos. De ahí lo esencial de que los magistrados accedan a la exigencia de la acusación popular, el Foro de Ermua y Dignidad y Justicia, de pedir las actas del acuerdo ETA-PSOE depositadas en la Fundación Henri Dunant. Pero acordémonos de cuando Rajoy pidió esas actas en el Parlamento. Acordémonos de la risa que le entró a medio país. Del absoluto desprecio hacia la ética democrática y la ley. «Contra el diálogo, cárcel», denuncia el abogado de Ibarretxe. Con la misma arrogancia que exhibió el PSOE para saltarse las leyes con ETA. La sociedad vasca está enferma, sí, pero, parte del Estado, también.
Edurne Uriarte, ABC, 10/1/2009