- Resulta paradójico e insultante que Sánchez y sus mariachis se esfuercen en advertirnos sobre los riesgos que comporta caer de nuevo en una dictadura como la franquista, mientras se niegan a condenar la tiranía de Maduro que detiene, encarcela y tortura
Prueba evidente y manifiesta de la enorme hipocresía y gran impostura que llevan implícitas las estrategias y milongas políticas de Sánchez, es su aparente compromiso con la libertad y la democracia reprobando la dictadura de Franco mientras se niega a condenar la de Maduro. El maestro ciruela devenido en historiador «de todo a cien» le ha contado a los jóvenes españoles en qué consistió la dictadura franquista, hablándoles de la represión contra los disidentes y discrepantes, de la censura frente a la libertad de expresión y de creación artística, de la prohibición de crear un partido político o de manifestarse y por supuesto sin elecciones. Para ello tuvo que remontarse cincuenta años atrás con la forzada excusa, este 2025, del aniversario de la muerte de Franco, cuando tiene un ejemplo de plena y viva actualidad en la dictadura venezolana.
Resulta paradójico e insultante que Sánchez y sus mariachis se esfuercen en advertirnos sobre los riesgos que comporta caer de nuevo en una dictadura como la franquista, mientras se niegan a condenar la tiranía de Maduro que detiene, encarcela y tortura a sus opositores y se cisca en la voluntad popular que le derrotó en las urnas.
Venezuela , ademas, es el ejemplo claro de cómo una democracia puede degenerar en una dictadura que finiquita la libertad de todo un pueblo y le obliga a exiliarse si no se quiere acabar preso o muerto. Maduro ya era un autócrata cuando heredó la satrapía legada por su «papaíto» Chaves y con el tiempo ha devenido en el dictador que se niega a admitir su derrota en las urnas e impedir la alternancia política después de controlar todos los poderes del Estado empezando por el judicial.
Ese proceso de degeneración social, económica y política es sobre el que nos advierten los exiliados venezolanos que recalan en España diciéndonos que ellos vienen del futuro y que algunas de las cosas que están viendo aquí ya las vivieron en su país sin llegar a imaginarse que tendrían que abandonarlo para no sucumbir por la opresión de la dictadura y la miseria galopante.
Sánchez, el aprendiz de autócrata que no reconoce a Edmundo González como presidente legítimo de Venezuela y se niega a condenar la dictadura de Maduro, se pone farruco con Franco, desaparecido hace cincuenta años, y dicta clases de democracia mientras da motivos para sospechar de sus propias convicciones democráticas desde el momento en que alardeó de controlar la fiscalía general del Estado, cuestiona la división de poderes atacando la independencia de los jueces y a la prensa libre y puso al máximo tribunal de garantías constitucionales bajo su control y servicio. Nada que no hiciera antes el sátrapa caraqueño.
Si a todo ello añadimos el nepotismo con el que viene ejerciendo el poder, hay razones suficientes para confirmar su deriva iliberal. Los casos de corrupción que se investigan en su entorno familiar, cuya mujer y hermano se han visto favorecidos bajo su presidencia junto a amiguetes y conmilitones de ese nepotismo, evidencian además el descaro y nulo respeto que siente por la ética y los principios políticos.
No sorprende, por tanto, la última vuelta de tuerca con la que Sánchez quiere atornillar en el Parlamento, con los votos favorables y cómplices de la rehala Frankenstein, su impunidad para librarse de la acción de la justicia mediante una ley que amordaza a los jueces, acaba con las acusaciones populares y prohíbe las investigaciones judiciales basadas en informaciones de prensa como las que han posibilitado los casos de su esposa , su hermano y el de Koldo-Ábalos-PSOE -Aldama.
La excusa para justificar tan reprobable y antidemocrática ley es «frenar el acoso derivado de las acciones judiciales abusivas». El felón siente el aliento de la Justicia en el cogote e intenta contrarrestar las investigaciones judiciales que pueden sentar en el banquillo a su fiscal, a su mujer y probablemente a él mismo, tildándolas de abusivas. En definitiva, otra prueba más de su desviación autocrática y de quien ya no oculta sus intenciones de impedir la alternancia en el poder. Sánchez es en sí mismo el único riesgo que corre la democracia española. Los peligros que amenazan las libertades y la democracia en España no proceden de ultraderechistas internacionales o patrios sino de las propias decisiones políticas de Sánchez.
Hacen bien los venezolanos que vienen del futuro en advertirnos una y otra vez de lo que ven aquí y les recuerda lo que vivieron en su país. Me pregunto si nos estamos dando por enterados y advertidos para reaccionar a tiempo.