Iñaki Ezkerra-El Correo
El libro había sido ideado para crear polémica. Es obvio. Pero dicho objetivo se ha cumplido con más éxito que el que probablemente había calculado su autor. Su autor es Luisgé Martín y hablo de esa novela que ha escrito sobre el caso de José Bretón, el hombre que asesinó a sus dos hijos en 2011 para vengarse de su esposa. Ésta solicitó la paralización de la edición. Y, aunque un juez de Barcelona desatendió esa petición, su distribución en librerías ha quedado suspensa tras un recurso presentado por la Fiscalía y la prudente disposición de la editorial a permanecer a la espera de las resoluciones judiciales.
Se quiera o no, el ‘caso Luisgé Martín’ se sitúa dentro del debate propiciado por lo que se ha dado en llamar ‘cultura de la cancelación’. El tema de su libro es atroz, de acuerdo. La idea de escribirlo es escabrosa, sin duda. Y su resultado no ha sido glorioso. Sé de lo que hablo porque he tenido la oportunidad de leerlo. Luisgé Martín no es Truman Capote, pero a nadie se le puede censurar por esa razón. A mi juicio, en ningún momento su texto rebasa los límites cabales y legales que tiene el derecho a la libertad de expresión. Y es que una cosa es la cuestión legal y otra la cuestión moral. Luisgé Martín sabrá cómo ha gestionado moralmente en su interior ese proyecto, su realización, su contacto con esa historia, su trato con el asesino, el efecto doloroso que pueda causar en la madre de los niños asesinados… Pero hasta ahí la Justicia no llega, ni llega nadie.
Sí. Pienso que la novela de Luisgé Martín debe venderse en las librerías con normalidad. Uno está absolutamente en contra de esa ‘cultura de la cancelación’ que es antidemocrática subcultura. No admito que un Estado ni una ideología ni nadie en nombre de nada me diga qué puedo o no puedo leer. Como se sabe, Luisgé Martín ha sido asesor del Presidente del Gobierno y el hombre que le escribió los discursos en una época. No sé si esta experiencia con su libro le habrá distanciado del discurso de la cancelación que se postula desde las actuales esferas del poder. Lo que sé es que la censura de su novela sentaría un grave precedente en un momento en el que algunos tienen aquí tantas ganas de cancelar.