HERMANN TERTSCH-ABC
Quien no rotula en la lengua común insulta a los españoles
LO anunciaba el viernes la cadena de supermercados Consum en su twitter y lo hacía en valenciano. «Como cooperativa valenciana, apostamos desde nuestros inicios por utilizar el plurilingüismo tanto en la atención a nuestros clientes como en rotulación, megafonía, papelería, correo electrónico y espacios digitales. Presentes en seis comunidades con más de 700 supermercados, la decisión de etiquetar nuestra marca propia en castellano ha sido consultada entre nuestros socios y clientes y aprobada». Muy bien Consum. Parece mentira que haya necesitado tener tantos supermercados en tantas comunidades para entender que tiene sentido rotular y prestar servicio en la lengua común de todas ellas.
En todo caso, este es el camino. Hay que alegrarse por Consum y por otros comercios y servicios que en ciertas regiones han comenzado a reaccionar a una exigencia que ya adquiere los perfiles de un movimiento en toda España. En defensa de algo tan lógico que resulta grotesco tener que defenderlo en contra de unos poderes públicos culpables del desatino, unos por acción, otros por omisión. Es el derecho de todos los españoles a estudiar, trabajar y vivir enteramente en lengua española en todos los rincones del territorio nacional del Reino de España.
El movimiento surge del hartazgo de la ciudadanía ante la disparatada deriva de la hispanofobia en España. Y responderá con contundencia a todos los productores y distribuidores que insulten al no rotular y no servir en la lengua de todos los españoles. No se trata de perseguir a ninguna otra lengua. No es un movimiento totalitario y segregacionista como el que impone una lengua y persigue otra. En absoluto. Bienvenidos el bilingüismo, el trilingüismo o la poliglotía, pero uno ha de ser de forma inexcusable el castellano o español. Las empresas que se empeñen en despreciar la lengua común, la que une y comunica a todos los españoles y a otros 450 millones de habitantes del globo, no pueden hacerlo por otra causa que no sea afán despectivo. Millones de españoles recurrirán al trato recíproco. Quien desprecie será despreciado.
Muchos españoles contrarios a los boicots a productos de una parte de España por ser manifiestamente injustos, dejan ahora de comprar productos o usar servicios que no respeten con su uso a la lengua española. Como a los de empresas cuyos dueños se han significado como partidarios del golpe de Estado o del separatismo. Esta revuelta cívica contra una de las facetas de la hispanofobia es otro indicio del despertar de la nación tanto tiempo aletargada y por ello maltratada. Como las banderas. Muchas empresas lo han entendido. El mayor reto será acabar con el insulto permanente que procede de las autoridades y administraciones públicas. En Galicia como en Cataluña, Valencia o Baleares o el País Vasco el desprecio al español es un desprecio a España que cada vez indigna a más españoles. Cada vez menos indiferentes. Exigen que las autonomías den todas ese paso hacia uso del castellano que anuncia Consum. De forma voluntaria u obligadas.