Alberto Ayala-El Correo
El ‘amigo’ americano es historia. Al menos para los europeos, españoles incluidos, claro. Un mes después de la llegada del populista Trump a la Casa Blanca, Estados Unidos ha dejado clara su decisión de dinamitar las bases políticas y económicas del orden surgido de la Segunda Guerra Mundial. Para España, mejor dicho para los demócratas que estuvieron contra Franco, es el segundo gran chasco que nos regala el ‘amigo’ americano. Y es que no pocos compatriotas participaron en la conflagración mundial, para ayudar a acabar con Hitler, con la esperanza de que ello traería la caída del dictador. No fue así. En pleno inicio de la Guerra Fría contra el comunismo, el país de las barras y las estrellas no movió ficha alguna contra Franco. Primero lo toleró y luego abrió relaciones amistosas con el régimen hasta que el Generalísimo murió en la cama ¡en 1975!
¡Qué cosas tiene la historia! De ser socios contra el comunismo y por la democracia -en este caso sólo cuando convenía a Washington, que no tuvo reparos en tumbar varias democracias-, Trump y sus oligarcas tecnológicos han decidido dejarnos de lado y castigarnos económicamente para normalizar relaciones con el sátrapa Putin. Si para ello hay que mentir y mofarse de Zelenski, se hace. Si hay que ningunear a la vieja Europa y castigarla con aranceles -que arrancarán en abril y que ya veremos si alguno no se vuelve contra intereses norteamericanos-, pues vía libre.
La UE temía malas noticias pero no tan horribles. Así que ahora, deprisa, corriendo y dividida, se ha lanzado a intentar aminorar daños. Lo tiene que hacer con ‘patriots’ amigos de Trump infiltrados como Abascal (Vox) o el húngaro Orban, dispuestos a trabajar de quintacolumnistas para el nuevo jefe del imperio americano. El francés Macron y el británico Starmer se esfuerzan por abrir negociaciones directas con Trump. Aun asumiendo que el agresor ruso se quede con una parte de Ucrania, que además deberá abonar una onerosísima factura a EE UU por la ayuda recibida del expresidente Biden. La primera cita a tres será la próxima semana.
Europa, que durante décadas ha disfrutado y disfruta de un Estado de bienestar único, en parte gracias a que era EE UU quien corría con casi toda la factura de Defensa, habla ahora de rearmarse. Para calmar a la Casa Blanca y como autodefensa si vienen peor dadas. Trump pretende que invirtamos el 5% del PIB en armas, parte de las cuales las tendríamos que comprar en su país. Las derechas europeas hablan del 3%, sin poner fechas. España, a la cola, va a dedicar este año apenas un 1,32% y no tenía previsto llegar al 2% hasta 2029.
Sánchez se encuentra contra la pared. Sus socios ‘progres’ no quieren ni oír hablar de gastar 20.000 millones más en armas. Feijóo sólo respaldaría unas cuentas de este tipo si Sánchez se lo suplica, y ya se vería. El presidente necesita sí o sí ayuda de Europa, y que aquí alguien le apruebe unos Presupuestos que implicarían recortes sociales. Una misión casi imposible.
Por cierto, que a Euskadi tampoco le saldrá todo esto gratis. Pagamos vía Cupo en torno al 6,24% de las competencias no asumidas, como es el caso de Defensa. Vayan haciendo números.