Carmen Martínez Castro-El Debate
  • Mucho antes de que existiera Vox, la izquierda ya llamaba a organizar cordones sanitarios contra el PP

La Conferencia de Seguridad de Múnich lleva reuniéndose anualmente más de 60 años, pero apenas habíamos tenido noticia de su existencia hasta hoy. El foro creado por Alemania y EE.UU. en plena Guerra Fría no ha sido inmune a la crisis existencial que vive el atlantismo y ha albergado este año una bronca cósmica entre sus fundadores. En vez de hablar de las amenazas estratégicas de Rusia o de China, el vicepresidente americano, JD Vance, habló de política interna y realizó una crítica feroz contra la estrategia de los cordones sanitarios en Europa.

Los alemanes consideraron la intervención de Vance como una injerencia en su proceso electoral y el resto de los europeos como una bronca intolerable, pero es difícil no compartir alguna de las cuestiones que planteó el vicepresidente de Trump. Cuando se asiste al espectáculo indigno de ver a un terrorista como invitado de lujo del parlamento para calumniar a los servicios de inteligencia del país, es obligado dar la razón al americano cuando este afirmó que la mayor amenaza a nuestras democracias no es la exterior sino la interna. En España tenemos un auténtico magisterio en la materia.

También tiene razón Vance al denunciar el carácter antidemocrático de los cordones sanitarios. No es razonable pretender silenciar o convertir en apestados políticos a fuerzas que pueden representar hasta el veinte o treinta por ciento de la población, como sucede en Alemania o Francia. Todos los votantes merecen respeto y un cauce político para expresar sus preocupaciones. No se les puede privar de ese derecho sin dañar el fundamento mismo de la democracia.

Curiosamente, la izquierda no tiene ningún tipo de problema moral con sus alianzas. Zapatero, el hombre de todas las dictaduras, se pasea por los mítines del PSOE anunciando el «renacimiento democrático en el mundo», se supone que al estilo de la extinta RDA. Sánchez nos mete a un terrorista en el Congreso para que nos insulte por encargo de Puigdemont y sus socios Bildu avientan discursos xenófobos que dejan en mantillas a los de Orban o Alternativa por Alemania. ¿Dónde está el cordón sanitario frente a tanto despropósito de sus socios? Mucho antes de que existiera Vox, la izquierda ya llamaba a organizar cordones sanitarios contra el PP. No deja de ser irónico que ahora pidan al entonces apestado que se sume como actor entusiasta en su nueva campaña de acoso.

Por si las razones éticas y democráticas no fueran suficientes, se ha demostrado que los cordones sanitarios y las críticas desmesuradas solo favorecen a los dirigentes de esos partidos populistas porque excitan su victimismo y al tiempo les protegen del duro ejercicio de confrontar sus postulados demagógicos con la amarga realidad de la gestión. Podemos no resistió su paso por el Gobierno y a la vista de esa experiencia Vox ha roto sus pactos con el PP apenas un año después de haberlos suscrito. Han salido huyendo de los gobiernos autonómicos y cualquier excusa les vale para no apoyar siquiera los presupuestos. Los dirigentes de Vox no han sufrido ningún boicot como el denunciado por el vicepresidente americano, pero han escogido encerrarse en su propio cordón sanitario para protegerse del desafío de la responsabilidad.