España cambia de color, pero el terremoto vasco adquiere una dimensión específica. El triunfo de Bildu es la derrota de las víctimas del terrorismo. Ni siquiera le hizo falta hacer un acto de contrición del pasado, expresar su lamento por todo lo ocurrido, por tantos silencios ante tantos asesinatos. Se alza como la segunda fuerza política vasca.
Si el Partido Popular ha resistido la embestida del epíteto de “derecha extrema”, lanzado por sus adversarios, con gran holgura, alcanzando sus pretensiones, se enfrenta a partir del triunfo a la gestión en autonomías y ayuntamientos, donde es la hora de las cuentas para la reducción del déficit descontrolado.
También –y no es menor- a la gestión del nuevo panorama vasco, con una Bildu que se sitúa en la segunda posición política, por encima del PP y del PSE.
La campaña ha sido convulsa; sucia en ocasiones, con la pretensión de tachar al PP de la peor derecha de Europa, la más insolidaria, etcétera, y con una falta de recetas claras para la grave situación económica en España, por parte del PP. Pero la confianza ha quedado claramente orientada hacia el partido de Mariano Rajoy, que enfila sus expectativas, por el cambio de tendencia, hacia la Moncloa.
En el PSOE se abre la reflexión profunda. El mal resultado, pese a todos los esfuerzos por la legitimidad social y política, le obliga a optar por seguir la estrategia de la “tensión”, la identificación ideológica frente a otros, o buscar la centralidad, la opción progresista que no estigmatiza a los otros.
España cambia de color, pero el terremoto vasco adquiere una dimensión específica. El triunfo de Bildu es la derrota de las víctimas del terrorismo. Ni siquiera le hizo falta hacer un acto de contrición del pasado, expresar su lamento por todo lo ocurrido, por tantos silencios ante tantos asesinatos. Se alza como la segunda fuerza política vasca. En Guipúzcoa, los rostros de Batasuna conocidos, como Joseba Permach y Rufi Etxebarria acompañaron a los ganadores en un Frontón de San Sebastián. El triunfante Martin Garitano, antaño periodista de Egin, saludó a los asistentes al grito de “Independencia”. Como dato simbólico, Litzartza, gobernada por la popular Regina Otaola, ha obtenido 36 votos el PP (ningún edil) y Bildu se alza con siete concejales.
El triunfo del PNV es matizado, y la irrupción de Bildu –a pocos votos del primer partido- le obligará a estudiar opciones de gobierno. El PP se mantiene, y logra su “perla” en el Ayuntamiento de Vitoria. Se abren incógnitas sobre los futuros gobiernos. El PSE, que lidera ahora Ajuria Enea con el apoyo del PP, sufre un serio desgaste, y queda en el aire el Gobierno de “cambio”, pues los resultados van en sentido contrario al cambio apenas iniciado hace dos años por Patxi López.
La falta de convicción de López en la alternativa al nacionalismo ha hecho lo demás. Estar apoyado por el PP, y al tiempo, reclamar la legalidad de Bildu, es como querer a dos mujeres a la vez, y no estar loco. Entre todos (PNV, PSE y Aralar, salvo en Navarra, que se mantiene honroso) han logrado el gran resultado de Bildu. Y es que cuando se legitima a otros, es cuando ganan los otros.
Chelo Aparicio, LA ESTRELLA DIGITAL, 23/5/2011