Editorial, EL PAÍS, 27/3/12
El partido de Mas y Pujol da un salto cualitativo al pedir un Estado propio para Cataluña
Convergència Democràtica de Catalunya (CDC) ha subido una nota estridente en su diapasón reivindicativo durante el congreso celebrado el pasado fin de semana. Pero esta vez no es un argumento más que CDC añade a su currículo nacionalista. Se trata de la creación de un “Estado propio”, ocurrencia del propio Artur Mas ante la posibilidad de que el congreso evitara circunloquios y sus delegados proclamaran lo que el cuerpo les pedía: la independencia.
En época de crisis, esgrimen los nacionalistas hasta ayer moderados, si Cataluña siguiera su camino en solitario y dejara de aportar los 16.000 millones que CiU calcula como aportación anual al resto de España, la comunidad sería la Holanda del sur. Hace años Convergència se miraba en el espejo de Irlanda. Los bajos tipos del impuesto de sociedades eran un acicate para ello. Pero la intervención de la UE arruinó la voluntad de dirigirse al modelo irlandés.
El guion que manejaba CiU hasta ahora contaba con dos episodios: el del pacto fiscal y luego el impreciso del derecho a decidir. Ahora, mientras que el primero se ve lejos debido a la crisis, al segundo CDC le pone nombre y apellidos y le llama “Estado propio”. Toda la humareda de retórica nacionalista que ha levantado el congreso de Reus ha servido, en la mejor tradición mesiánica, para trazar el camino a esa tierra prometida, un más allá que orilla astutamente la dureza cotidiana de los recortes sociales. CiU exhibe con orgullo su sentido de la responsabilidad para tachar de inoportuna la huelga en respuesta a la reforma laboral del Gobierno de Rajoy, pero siembra en cambio de dudas el futuro de Cataluña sin temer al nerviosismo de los mercados. Es ocioso recordar que el valor de un liderazgo se mide por saber adoptar medidas que desagraden al propio partido si resultan eficaces para el país. No basta con tener habilidad para trepar a lo más alto de la montaña rusa. Hay que saber imprimir el ritmo que sea más positivo para el conjunto de la sociedad.
CiU juega el papel de socio del Gobierno en Madrid, mientras que el PP a su vez le da sus votos en Cataluña. Ante la imposibilidad de avanzar con el PP de un brazo y el independentismo del otro, CDC parece optar por un adelanto electoral para 2013 en búsqueda de una mayoría más amplia. La ambigüedad es soportable hasta cierto punto: lo fue durante 23 años para Jordi Pujol. Su hijo Oriol es quien está ahora al cargo de la secretaría general, como número dos del presidente Mas. Está por ver la capacidad de esta nueva dirección nacionalista, que maneja tan bien la agenda mediática como los trabajos de aprendiz de brujo.
Ante la envergadura de la crisis no es precisamente tranquilidad lo que proporciona una Convergència sin recato para la exhibición de inmadurez y de arrebatos soberanistas, en el momento en que otro Pujol se prepara a suceder al sucesor de Pujol. Todo esto no se corresponde con la fuerza burguesa y previsible, tranquila y responsable que ha sido hasta ahora. En política, como ha demostrado la familia Bush, los hijos no suelen mejorar a los padres.
Editorial, EL PAÍS, 27/3/12