EL MUNDO – 24/10/14
· Junqueras ayudará a Mas pese a que tienen planes distintos para lograr la independencia.
«No tiene ningún sentido abrir un proceso de negociación con el Gobierno español, porque no quiere que Cataluña sea independiente. Plantearse una negociación a partir del año que viene para que nos dejen ser independientes es una locura». La frase, pronunciada por Oriol Junqueras el martes, encierra la clave de la situación actual en Cataluña. Esquerra y Convergència dicen buscar lo mismo: la secesión tras unas elecciones «plebiscitarias». ¿Por qué no se ponen entonces de acuerdo?
Principalmente, porque Junqueras no se fía de Artur Mas y sus colaboradores. El líder de Esquerra cree que el último engaño del president–la renuncia a la consulta del 9-N como se previó en un principio– prueba que sus hasta ahora socios no están comprometidos con el objetivo de la independencia. Y que, de hecho, la máquina convergente de inventar subterfugios para alargar el proceso hasta el momento de la secesión ya se ha puesto en marcha.
Mas ya ha dicho que sólo convocará elecciones si sirven como «consulta definitiva» después del 9-N, y con una condición: que los soberanistas se integren en una «lista única». Su partido añade que esa candidatura la debe encabezar el president. Si no, amenaza con estirar la legislatura hasta su fin, en 2016.
En ERC se lo toman como un chantaje, porque ICV y la CUP ya han dicho que no piensan formar parte de esa lista conjunta y porque CDC busca claramente salvar la carrera política de Mas con la iniciativa, cuando las encuestas auguran una victoria de los republicanos. Además, ven la «recogida de firmas» del 9-N –un dirigente del partido lo define así– como un trampolín para el presidente de la Generalitat, que ha impuesto sin consenso las nuevas condiciones de la votación. Pero nadie se quiere bajar ahora del carro.
Por ello Junqueras se reunió con Mas el miércoles y pactó una tregua. Y por ello ERC anunció ayer que piensa hacer campaña hasta esa fecha «como si el 9-N fuera la primera vuelta de las próximas elecciones». El partido realizará unos 500 actos en la semana del 2 al 9 de noviembre y pondrá en circulación vídeos electorales y mensajes a través de internet. CDC corrió después a anunciar que distribuirá 800 puestos de información el 8 de noviembre por toda Cataluña, aunque el president «no se implicará» en los actos de partido.
Pero ERC no quiere que al sucedáneo que promueve Mas se le llame «consulta», y su vicesecretario general, Lluís Salvadó, insistió ayer en que «es fundamental que las elecciones se lleven a cabo lo antes posible», apoyándose en que eso es lo que quieren también las influyentes ANC y Òmnium Cultural.
Mientras tanto, en Convergència se reponen poco a poco del enfado contra esas entidades sociales, que se niegan –por las tensiones internas– a suscribir la hoja de ruta del Govern con respecto a la lista única. El número dos del partido, Josep Rull, sabe que Mas sería el principal damnificado si todo acaba en rotundo fiasco, y por ello avisó a ERC: «Si el 9-N va bien será más fácil decidir qué hay que hacer, con quién, el cómo y el cuándo, por este orden».
Es decir: si el «proceso participativo» del 9-N es un éxito, los convergentes serán más ambiciosos con respecto a qué hacer tras una eventual victoria soberanista en unas también eventuales elecciones anticipadas. En cualquier caso, Rull dejó claro que su opción por ahora no es declarar la independencia unilateralmente, «en el primer pleno de la próxima legislatura», como pide ERC. Antes de ello, CDC cree que se debería «instar formalmente al Estado a negociar» la secesión y, si no cede, «pedir a terceros países» que exijan a España que se siente en la mesa.
EL MUNDO – 24/10/14