Conversaciones sin enfrentamiento

Parece probable que el anuncio de esa semana tenga más sentido en los oídos de los separatistas vascos radicales que en los de los políticos españoles. Ofreciendo el alto el fuego, que está por debajo de lo sugerido por los líderes rebeldes de Batasuna, ETA está tratando de recuperar el control de las bases.

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El alto el fuego de ETA se refiere más a la política vasca que a un compromiso de paz.

Fue una extraña manera de declarar un alto el fuego. En un video enviado a la televisión británica el 5 de septiembre, líderes encapuchados del violento grupo separatista vasco ETA no sólo proclamaban una tregua sino que decían que habían dejado de atentar hace varios meses. ¿Por qué esperaron tanto para decírselo al mundo?

La respuesta está en el doble brete que ha dejado con dificultad para respirar al último gran grupo terrorista local de Europa. Por una parte, ETA está perdiendo la batalla armada que comenzó hace más de 40 años. En los últimos años las policías de Europa han dado un golpe tras otro, lo que ha reducido el número de sus víctimas (ver el cuadro). Pero ETA también está siendo presionada por sus seguidores, y eso puede ser todavía más decisivo.

Los analistas coinciden que el trabajo de la policía obligó a ETA a un cese temporal de sus operaciones a comienzos de año pasando, según los rumores, sus cuatro unidades armadas a la situación durmiente. El mayor golpe se produjo en febrero, cuando Ibon Gogeaskoetxea se convirtió en el quinto jefe militar en caer en dos años. Al mismo tiempo la policía frustró el intento de trasladar la base de operaciones, que en su mayoría se habían llevado a cabo en suelo español, desde Francia a Portugal.

Si ETA había ordenado parar para reagruparse y reparar su dañada infraestructura, tiene sentido permanecer en silencio. Entones ¿por qué anunciar una tregua con efectos retroactivos? Aquí intervienen sus simpatizantes. En febrero miles de separatistas radicales respaldaron una llamada de los antiguos líderes de la ilegalizada Batasuna para renunciar a la violencia. Por primera vez parecía que, más que acatar la disciplina de ETA, algunos líderes de Batasuna estaban preparados para iniciar el camino solos y llevarse con ellos a muchos seguidores. Desde entonces ETA sufre la presión de responder.

A comienzos de este mes los líderes de Batasuna dieron los toques finales a un plan de paz más concreto. Siguiendo los principios de Mitchell utilizados para llevar la paz a Irlanda del Norte, sus propuestas incluían un alto el fuego permanente verificado por observadores internacionales. También querían que su partido sea legal otra vez.

Julen Madariaga, que contribuyó a fundar ETA en 1958 como grupo radical separatista, dice que en los últimos 15 años la organización ha ido perdiendo apoyo progresivamente. En las elecciones regionales de los últimos años, la violencia alejó a los votantes vascos de los partidos pro-ETA incluso antes de que fueran prohibidos. Su cuota de votantes cayó desde el 18% de 1998 hasta el 12% en 2005. La mala gestión de las treguas también hizo daño. ETA puso fin a una tregua de 14 meses en 1999 a pesar del apoyo de los nacionalistas moderados. El final del último alto el fuego, en 2006, fue especialmente burdo. Un día después de que el presidente del gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, manifestara su optimismo sobre el proceso de paz, un monstruoso coche bomba en el aeropuerto de Madrid Barajas mató a dos personas.

Esto puede explicar por qué el gobierno de Madrid ha sido tan escéptico con el anuncio de esta semana. El ministro del interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, dijo que ETA esta utilizando esta pausa simplemente para reorganizarse y que no se podía confiar. El gobierno dice que no se conformará con menos que un final permanente de la violencia.

Pero parece probable que el anuncio de esa semana tenga más sentido en los oídos de los separatistas vascos radicales que en los de los políticos españoles. Ofreciendo el alto el fuego, que está por debajo de lo sugerido por los líderes rebeldes de Batasuna, ETA está tratando de recuperar el control de las bases. Si aceptan la vaga declaración de esta semana, pueden utilizar el rechazo de Zapatero a hablar como una excusa para un eventual retorno a las bombas y los disparos. Pero si pierden el control de los separatistas, pueden verse obligados a emprender el camino de la paz. El futuro depende de quién gana esta batalla de los corazones y opiniones de los vascos.

The Economist (Londres), 9/9/2010