ALBERTO AYALA, EL CORREO – 14/06/14
· El PSOE necesita un nuevo líder con tirón, discurso y otra forma de hacer, no alguien para salir del paso.
La carrera por el liderazgo socialista está lanzada. Es cierto que sólo han presentado públicamente sus credenciales dos de los precandidatos, Pedro Sánchez, que lo hizo el jueves a la noche en Alcorcón, y Eduardo Madina, que compareció ayer en el Senado, junto al busto de Ramón Rubial. Pero es que, salvo ‘sorpresón’ mayúsculo de última hora, en modo alguno descartable vista la sucesión de acontecimientos, todo apunta a que son ambos, y nadie más que ellos dos, quienes cuentan con posibilidades reales de ocupar la planta noble de Ferraz que abandona Alfredo Pérez Rubalcaba.
No puede decirse que la puesta de largo de los aspirantes con más posibles haya sido deslumbrante. Mucha promesa verbal de cambio, mucho shock reformista, muchas ganas de devolver al PSOE el peso perdido, respeto a la etapa que se cierra y muy pocas, casi ninguna concreción. Es cierto que tienen tiempo por delante para ir destapando la letra pequeña de su oferta. Pero, de entrada, lo que se observa es máxima contención y mínimas ganas de correr riesgos.
Por no llegar ni tan siquiera ha llegado, o nadie se ha hecho eco de ello, el compromiso en firme de los precandidatos de incorporar al nuevo ciclo que aspiran a liderar el principio de tolerancia cero con los corruptos, aunque aniden en sus filas. Visto el escándalo de los ERE en Andalucía y los millones y millones de euros que se han dilapidado, no debiera ser una cuestión a ignorar, por más que el PP –o los nacionalistas– insistan en hacer como si no existieran Bárcenas y otras intolerables ‘menudencias’ lejanas y mucho más cercanas.
Posiblemente, lo más significativo de las presentaciones haya sido una ‘aclaración’ de Pedro Sánchez. El precandidato madrileño apuesta por un cambio «con corazón y cabeza» y ha querido dejar claro a los cuatro vientos y a cuantos barones han sido, son y quieran seguir siendo que a él nadie le oirá «hablar mal contra el aparato».
Nada extraño, pues, que en círculos políticos –madrileños y vascos– vaya creciendo la convicción de que el cuasidesconocido diputado puede terminar por convertirse en la apuesta del oficialismo que trató de impulsar sin éxito la candidatura de la andaluza Susana Díaz. ¿Y Madina? El político vizcaíno contará de salida muy posiblemente con el aval de Carme Chacón y los suyos, si no se suman nuevos nombres a la carrera, como López Aguilar.
Si lo que en este momento no pasa de ser una impresión terminara por convertirse en realidad sería una baza muy relevante para Sánchez, aunque no definitiva. El hecho de que esta vez la elección del líder recaiga en la totalidad de los militantes y no sólo en unos cientos de delegados rebaja, aunque no anula, la importancia de lo que opinen los jefes. Sin olvidar que quien exigió una elección abierta a todos los afiliados fue Eduardo Madina y ello a buen seguro le habrá granjeado votos.
Los precandidatos tienen antre sí un reto, y no precisamente menor. Reilusionar a las bases y lograr que les voten por convicción, como punto de partida para reconquistar a la sociedad española. Si no lo consiguen y la militancia tiene la impresión de que opta por el mal menor, podría resultar definitivo para un socialismo español con riesgo de encaminarse hacia la UCI.
Los currículos de los principales aspirantes no resultan deslumbrantes. En el caso de Madina, pese a llevar muchos años en puestos de responsabilidad. En el de Sánchez, por lo contrario, porque casi siempre llegó a los sitios tarde y en sustitución de un compañero llamado a empresas superiores.
Es un dato, pero sólo eso. Ni descalificante ni definitivo. El futuro está por escribir.
ALBERTO AYALA, EL CORREO – 14/06/14