IGNACIO CAMACHO – ABC – 27/06/16
· Mariano Rajoy ha vuelto a ganar las elecciones por tercera vez consecutiva, ha incrementado su respaldo desde diciembre y ha hecho prevalecer su correosa resistencia al desgaste y su dominio de los tiempos en una escena política convulsa. El éxito diáfano del marianismo, con casi diez puntos de ventaja sobre el segundo, no acaba de garantizarle la reelección presidencial, pero lo deja en una situación óptima, muy por encima de las expectativas de los sondeos.
La otra gran sorpresa del 26-J ha sido el relativo aguante del PSOE, capaz de resistir contra pronóstico el asalto lanzado por Pablo Iglesias, tras la absorción de IU, sobre el liderazgo de la izquierda. El balance de la inédita repetición electoral supone una apuesta por la estabilidad del sistema. Refuerza el bipartidismo dinástico y constituye un severo fracaso de las expectativas de Podemos, pero deja de nuevo un Parlamento relativamente a expensas del encaje de los pactos y de un eventual veto conjunto de los socialistas, el populismo y los soberanistas vascos y catalanes.
La clara victoria del PP, aupado sobre el retroceso de Ciudadanos, queda prácticamente fuera del alcance de un remoto acuerdo frentepopulista que Pedro Sánchez tendría muy complicado liderar. El candidato socialista puede sentirse aliviado por comparación con los vaticinios demoscópicos, pero su balance no resulta objetivamente positivo, aunque el pinchazo andaluz de Susana Díaz le aplaca de modo transitorio la tensión interna. Su mayor motivo de satisfacción es la victoria en su batalla particular contra Iglesias, que le permite asentarse como jefe de la oposición.
El líder de Podemos queda en una posición desairada y subsidiaria, sin rentabilizar su opa amistosa sobre el comunismo. El ha quedado en El veredicto ciudadano ha dado la espalda a los llamados partidos emergentes, perdedores en la concentración del voto útil. La «nueva política» ha envejecido demasiado rápido.
La estrategia de Rajoy ha triunfado en toda línea. El voto liberal-conservador se ha agrupado en torno al PP para frenar el avance de Podemos, a expensas de un Albert Rivera perjudicado por la firma del «Pacto del Abrazo» y por una mal orientada campaña centrada en el veto al presidente, que ha espantado a sus votantes naturales de centro-derecha.
La lógica democrática sugiere que Rajoy debe gobernar en minoría apoyado en un acuerdo con C’s. Un Gabinete lo más estable posible, con un programa de serias reformas estructurales. Es la interpretación más clara y legítima del dictamen de las urnas, que parece una transparente apuesta por la continuidad. La España moderada está ante una oportunidad histórica de asentar la recuperación y renovar las bases constitucionales a la medida de la nueva sociedad española. Una de esas encrucijadas decisivas ante las que confundir el camino sería un error irreparable.
IGNACIO CAMACHO – ABC – 27/06/16