Para que Imaz se imponga y nada interno se oponga a un pacto con el PSOE, necesita acabar con Egibar, hegemónico en Guipúzcoa. Casualidad: al PNV guipuzcoano le están brotando corruptos como hongos primaverales. Nada hay, en cambio, de la «lista B» de la Hacienda vizcaína, investigada desde el 2003 por la Fiscalía anticorrupción.
Antaño, los vascos presumían de producir buenos futbolistas y políticos honrados. Pues bien, treinta años de hegemonía nacionalista con terrorismo han acabado con ambas tradiciones. Futbolistas ya no quedan, y en cambio afloran los chorizos. El PNV ha conseguido arrebatar a las listas de ANV -ilegal e ilegalizable- el protagonismo en esta desdichada campaña electoral, que por lo demás transcurre entre amenazas, agresiones, pasividad e impotencia cívica. ¿Tiene que ver esta repentina floración de corruptelas con la pugna entre Imaz y Egibar? Sí, claro. Como indicio, «El País» ha consagrado, con inenarrable entusiasmo, la disposición de Imaz al pacto y el consenso antiterrorista: gran chico.
Para que Imaz se imponga y nada interno se oponga a un pacto con el PSOE, necesita acabar con Egibar, hegemónico en Guipúzcoa. Casualidad: al PNV guipuzcoano le están brotando corruptos como hongos primaverales. A Jon Jauregi, que ocultaba patrimonio inmobiliario a la Hacienda foral, le ha sucedido el fraude en la oficina fiscal de Irún, organizado por celebridades del PNV. De momento, ha provocado la dimisión del senador Víctor Bravo. Y el candidato donostiarra, Xabier Ezeizabarrena, amaga con retirarse de persistir el marcaje de Egibar, quizás buscando perder para ganar. Nada hay, en cambio, de la «lista B» de la Hacienda vizcaína, investigada desde el 2003 por la Fiscalía anticorrupción, que ocultaría el fraude fiscal tolerado a las fortunas del Señorío. Claro que en ese caso no estaba en juego el futuro político de Imaz. Ni el de Zapatero. Y eso marca la diferencia.
Carlos Martínez Gorriarán, ABC, 16/5/2007