Alberto Ayala, EL CORREO, 4/4/12
El PNV rehuye también asumir responsabilidades por los casos De Miguel y Miñano
No. Esta vez tampoco. Después de catorce meses, la comisión de investigación creada en el Parlamento vasco para delimitar las responsabilidades políticas derivadas de varios casos de corrupción y espionaje presuntamente protagonizados por cualificados dirigentes, cargos y militantes del PNV (De Miguel, Miñano, espionaje y Zubiaurre) culminó ayer sus trabajos. Y lo hizo con las conclusiones previsibles.
El dictamen constata la existencia de las irregularidades. Y señala como responsables políticos a un nutrido grupo de cargos y afiliados jeltzales. No sólo alaveses, como durante meses se ha esforzado en transmitir Sabin Etxea para minimizar daños, sino también guipuzcoanos y vizcaínos. Muchos, miembros del último Gobierno tripartito de Juan José Ibarretxe.
Y si previsibles han sido las conclusiones del grupo de trabajo, otro tanto puede afirmarse del posicionamiento de los partidos ante el informe final. Todos los grupos lo han respaldado con dos excepciones. Aralar, que se decantó por la abstención. Y el PNV, que votó en contra. El informe será oficial y se conocerá en su literalidad cuando lo ratifique el Pleno de la Cámara en la primera quincena de mayo.
Con su actuación, el partido de Urkullu, primera fuerza política en votos de la comunidad autónoma vasca, pierde una ocasión óptima de poner pie en pared y evidenciar otra forma de hacer política. En lugar de eso, los jeltzales han optado por sumarse al pelotón en su huída hacia adelante. Como antes han hecho una y otra vez las dos grandes fuerzas políticas españolas, el PP y el PSOE, los nacionalistas catalanes de Convergencia i Unió o el propio PNV.
Suma y sigue. La política parece persuadida de que las tragaderas ciudadanas ante la corrupción son infinitas. Y no le faltan argumentos para pensarlo. Sobre todo cuando comprueba en Valencia, en Madrid, en Barcelona o en Andalucía que los presuntos culpables, lejos de ser expulsados a gorrazos del club de lo público, son ratificados en sus cargos.
No hay que ser pitoniso para vaticinar que en pocas horas-días, el PNV echará mano de sus mejores portavoces para que vuelvan a alzar la voz contra los socialistas por el escándalo de Melchor Gil, cuñado del lehendakari. Éstos, tan comprensivos con la indefendible actuación de su correligionario como los populares con las tropelías de Camps, preferirán fijarse sólo en quien ha filtrado las pruebas.
El juego, absolutamente pernicioso para el sistema, desgraciadamente continúa.
Alberto Ayala, EL CORREO, 4/4/12