LIBERTAD DIGITAL 22/03/17
JOSÉ MARÍA ALBERT DE PACO
· Antes que la amenaza del secesionismo está la cuñita mercadotécnica. Y antes que España, el partido.
Apenas unos días después de que se autoproclamaran liberales eran ya «los liberales», esto es, los únicos, los fetén, los genuinos, despreciando la minucia de que la denominación de origen pata negra, para serlo, precisa años de maduración. Así, y del mismo modo que Las Vegas aloja en sus entrañas un París de cartón piedra, Ciudadanos, en un nuevo alarde de posmodernismo, de orgullo fake, se lamina de liberalismo, convirtiendo una tradición (interrumpida) en una etiqueta del Carrefour. No está mal para un partido cuyos liberales caben en un taxi, pues quienes representaban algo parecido a esa corriente fueron reducidos a la mínima expresión en el congreso de 2007, en una purga alentada, si no diseñada, por el propio Rivera, entonces escorado hacia la socialdemocracia.
Que se trata de un ideario prêt-à-porter lo demuestra la abstención de última hora en el decreto de liberalización de la estiba, un respingo que nada tenía que ver con los intereses de España y sí, y mucho, con el cálculo electoral, la afectación vergonzante, el prurito partidista. Con el agravante de que una de las razones de ser de Ciudadanos es (o debía ser) liberar el debate de esta clase de servidumbres. A ello aludía, precisamente, la divisa «ni rojos ni azules», que va camino de trocarse en un eslogan de relumbrón.
En el empeño de seguir afinando su identidad corporativa, la plana mayor del partido acudió el domingo a Cádiz para conmemorar el 205 aniversario de la Pepa, una celebración tan pillada como las que tan a menudo nos propone Google. A la misma hora, en Barcelona había convocada una manifestación contra el golpe institucional que pretende el soberanismo, lo que hacía inexcusable la presencia no sólo de Arrimadas, que por algo es líder de la oposición en el Parlamento autonómico, sino también la de Rivera. Y fueron, sí, pero por Twitter, que el liberalismo avanza que es una barbaridad, bien entendido que antes que la amenaza del secesionismo está la cuñita mercadotécnica. Y antes que España, el partido.