Los guiños y concesiones al PP suponen, a la vez, tensionar las relaciones con el PSOE, en un momento en que Ciudadanos exige a los socialistas la abstención. Y aquí, Andalucía es un feudo clave. Susana Díaz gobierna gracias al apoyo de Ciudadanos. Y es una interlocutora dentro del PSOE para la formación de Rivera, quien la tiene en gran estima y, recientemente, consideró sus planteamientos más «sensatos» que los de Sánchez. Aquí ha encontrado el partido naranja una vía para redoblar al presión. Creen en esta formación que son los posicionamientos los que determinan las relaciones políticas, y que el del PSOE es equivocado en este momento, lo que provoca la consiguiente tensión con ellos. De hecho, Rivera y sus portavoces se han esforzado en cortar de raíz el paso a Sánchez para un Gobierno o un acuerdo PSOE-C’s-Podemos. Por su parte, Sánchez ha antepuesto los contactos con nacionalistas a la llamada a Rivera, lo que no ha gustado.
Juan Marín, líder de Ciudadanos en la comunidad andaluza, ya pidió públicamente a mediados de agosto a Díaz que moviera ficha con Sánchez: «Me decepcionaría que no lo hiciera porque me ha demostrado que es una mujer comprometida. Entonces defenderá que haya ejecutivo y gobierne la lista más votada».
Y en esta labor de presión, ha encontrado una aliado con el PP, quien a finales de agosto propuso a Ciudadanos una mesa de trabajo, que éstos aceptaron. Se reunirán el miércoles, pero la pasada semana, Marín y Juan Manuel Moreno Bonilla ya se vieron durante 45 minutos, alimentando todas las especulaciones. Ciudadanos emitió una nota confirmando «puentes al entendimiento», pero descartando «cualquier pacto».
Lo cierto es que en el partido de Rivera no se pretende dinamitar el acuerdo que mantiene con el PSOE, porque de momento ha conseguido sacar adelante algunas de sus reformas, y, sobre todo, porque ejerce de contrapeso a los pactos con el PP en otras comunidades. Pero sí emplear ese acuerdo para presionar al PSOE. Y la incorporación de ediles expulsados por Ciudadanos a gobiernos locales del PSOE, ha sido la excusa perfecta para subir los voltios. El caso de Vélez-Málaga ha sido el máximo exponente. Expulsado por triplicar la tasa de alcoholemia, permaneció como concejal no adscrito y hace unos días fue reclutado por el alcalde como concejal de Comercio, Industria y Educación. La decisión no gustó a Ciudadanos. «Que se atenga el PSOE a las consecuencias», dijeron en la formación naranja, según las fuentes consultadas, que señalan un profundo enfado de Marín.
Así, Ciudadanos amenazó al PSOE con no hablar de los Presupuestos de 2017, al tiempo que Marín se dejaba ver con Moreno Bonilla. Al final, el concejal de Vélez-Málaga renunció. Y mientras, en Madrid, Rajoy y Rivera tienen un canal permanente de diálogo y unen esfuerzos para intentar que Sánchez abandone su «camino sin salida».