La firmeza de Podemos en su defensa de un referéndum ante cualquier cambio o retoque de la Constitución hace que el resto de las formaciones caminen con pies de plomo. Para pedirlo sólo es necesario que lo pidan 35 diputados –Unidos Podemos contaría con un total de 67– La complejidad que entraña abrir el melón de la reforma y la reciente experiencia de Italia –los ciudadanos tumbaron el referéndum del primer ministro Renzi, que ha derivado en su dimisión– lleva, por ejemplo, a Ciudadanos a no rechazar la idea de la consulta popular, pero bajo la condición de que los cuatro grandes partidos (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) estén de acuerdo.
Para una revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II es necesario convocar un referéndum entre la sociedad española, para que la respalde. Si se tocan, reforman o modifican otros aspectos no sería necesario. Pero un 10% de diputados (35) podría pedir la convocatoria de un referéndum. «Por una vez en España hay una fuerza política con la mayoría parlamentaria suficiente para asegurar que si se hace una reforma constitucional habrá un referéndum en España», avisó ayer Pablo Iglesias en una entrevista en Radiocable.
En Ciudadanos, la dirección del partido no ha fijado una postura oficial sobre cómo deben culminarse los posibles cambios en la Constitución, pero José Manuel Villegas, vicesecretario general, reflexionó ayer en el Congreso que «a priori no somos radicalmente contrarios a un referéndum en caso de tocar la Constitución». Eso sí, introdujo dos destacables matices: primero, que el partido debe fijar la posición, esto es, podría sufrir cambios de opinión si así lo decide la Ejecutiva –y no sería la primera vez que se corrige un planteamiento–; segundo, que «sería bueno que estuviéramos todos de acuerdo en que se realizara en caso de que no fuera obligatorio».
En el equipo de Rivera tienen claro que no se puede celebrar un referéndum sobre posibles reformas en la Constitución con Podemos en la calle haciendo campaña en contra. Consideran que es un riesgo importante y una fractura en el sentido del voto que haría impredecible el resultado. En cambio, con los cuatro grandes partidos a favor de la consulta (PP, PSOE, Podemos y Ciudadanos) y haciendo campaña por el sí no habría motivos para que no saliera adelante.
La otra vía para acometer una reforma en la Carta Magna que no precise de referendo obligatorio es lograr una mayoría de tres quintos en el Congreso. Es lo que hicieron de forma apresurada en 2011 PP y PSOE, cuando pactaron la reforma el artículo 135 de la Constitución para incluir el principio de estabilidad. Claro que entonces justificaron la urgencia del cambio por la «gravedad» de la situación económica.
Esta posición de Ciudadanos de no rechazar un referéndum es importante porque uno de los objetivos de Albert Rivera es impulsar, con la connivencia del Partido Popular, una reforma exprés de la Constitución para principios de 2017 que suprima los aforamientos políticos. Si bien creen que se trata de una medida que puede contar con un apoyo casi unánime de los partidos, en un principio no valoraron la necesidad de un referéndum, que ahora no lo ve descabellado.