La portavoz del Gobierno vasco, implacable con la izquierda abertzale: «tiene especial habilidad para pedir siempre ‘cosas’ a los demás». Bakea behar dugu, ¡jolín! El candidato del PNV a diputado general, en cambio, se expresa con mucho acierto: «Cuando el nacionalismo se expresa con violencia es fascismo». Así están las cosas. A partir del día 28 irán a peor, ya lo verán.
De entre la surtida muestra de incidentes con que Batasuna y sus marcas alternativas van jalonando la campaña electoral, la mano de mi llanto escoge uno, como escribió Miguel Hernández. Ha habido de todo: agresiones a dos concejalas en el centro de Bilbao, boicoteo en mítines, incendio de una furgoneta electoral del PNV y otra de EA, acoso a candidatos, al alcalde de Bilbao (2 veces) y al mismísimo ministro de Justicia, exhibición pública de dazibaos con los nombres, domicilios y teléfonos de candidatos e irrupción en la grabación de un programa de debate entre candidatos con la pretensión de participar en él. Actos todos de una campaña en la que ANV se ha convertido en protagonista, gracias a la desacomplejada actuación de su militancia prestada, a la benevolente figura consentidora de Conde Pumpido y a la incapacidad de extraer conclusiones de los partidos con responsabilidades de gobierno. La Ertzaintza ha impedido en ocasiones males mayores, ha llegado tarde alguna vez y, por lo general, se ha limitado a dispersar a los acosadores, que gracias a ello, podían repetir actuación más tarde.
El pasado martes, el funcionamiento democrático del Ayuntamiento donostiarra se vio alterado por la interrupción de unos cuarenta miembros de la izquierda abertzale que, a eso de las ocho y media de la mañana, desplegaron pancartas con los lemas habituales e interrumpieron con gritos el desarrollo del pleno que celebraba el Consistorio. Ni la autoridad municipal ni su policía pensaron en que la entrada de 38 muchachotes a los que acompañaban dos ex concejales de Batasuna podía esconder nada raro.
La presidenta del pleno, la socialista Susana Corcuera, les pidió que se retirasen y ellos se sentaron en el suelo. La Policía Municipal fue sacándolos uno a uno y el pleno siguió como si tal cosa, pese a que la concejal popular, María José Usandizaga, quiso que se debatiera el incidente. No hubo manera y su protesta fue considerada electoral por la presidenta y una falta de «vergüenza» por parte del alcalde. «Hala, tontita», diremos a la víctima de una violación, «tú a lo tuyo, que ya hemos ahuyentado al agresor y no es cosa de que montes esta bronca por diez minutitos de nada».
Más implacable se mostró la portavoz del Gobierno vasco, dolida porque la izquierda abertzale «tiene especial habilidad para pedir siempre ‘cosas’ a los demás», pero no tanta para una reflexión y una autocrítica y «plantear qué es lo que puede aportar y ofrecer a la sociedad vasca». Se desconoce el efecto que las contundentes palabras de Miren Azkarate han causado en la moral y las convicciones de Otegi y los suyos. Bakea behar dugu, ¿jolín! El candidato del PNV a diputado general, en cambio, se ha expresado con mucho acierto: «Cuando el nacionalismo se expresa con violencia es fascismo».
Así están las cosas. A partir del día 28, cuando tengan plaza en los ayuntamientos, irán a peor, ya lo verán. Habrá más violencia, más fascismo.
Santiago González, EL CORREO, 24/5/2007