Miquel Giménez-Vozpópuli
Vincula Ábalos la no prolongación del estado de alarma con el caos
Como muchos saben, Pope declaró que la primera ley del cielo es el orden. Ignoro si en el imaginario de Ábalos, tan peculiar en saber si se pisa o no suelo comunitario o cuando es oportuno carcajearse en sede parlamentaria, existe tal concepto. No creo, porque le veo poco inclinado a cuestiones filosóficas, haciendo buena la terrible advertencia que quienes nos declaramos seguidores de Ortega y Gasset tenemos muy presente en estos tiempos: es deprimente espectáculo ver a los peores revolviéndose frenéticamente en contra de los mejores.
Sueña Ábalos, y sueñan Sánchez e Iglesias ahora que ambos concilian un sueño que no puede ser más que el de la razón, en que todo caos proviene secularmente de quienes no comparten su bandería. Reclaman la patente de orden, siendo así que todo lo que escapa a su campo ideológico es desorden, tragedia, apocalipsis. Más allá de que afirmen tamaña estupidez por intereses espurios, estoy convencido que lo creen así. Conozco suficiente a esa izquierda paniaguada de austeridad pública y lujo privado como para saber que esas consignas a las que se aferran son asumidas como dogmas. Si no fuese así, no podrían mirarse al espejo sin sentir una náusea que dejaría a la de Sartre en mantillas.
Pero la mentira, igual que el totalitarismo, es lo contrario al orden. No hay que confundir el silencio impuesto desde el poder al silencio contemplativo, ni asumir como orden el arresto sanitario con la responsabilidad ejercida desde la reflexión. Ábalos es un socialista más bien mediocre, lo que ya es mucho decir, a años luz de los que intentaron dar forma al pensamiento socialdemócrata en los 80. Para que nos entendamos, en las jornadas de Jávea, que organizaba la Fundación Sistema, el ministro de Transportes y maletines apenas habría podido ser de utilidad a la hora de servir los cafés.
Pero lo que dice, incluso sin ser consciente de la enormidad de sus palabras, revela el auténtico sentir de un Gobierno que encarna como ningún otro en la historia de nuestra democracia el desorden, el caos, el desbarajuste, la mala gobernanza, la improvisación, la falta de previsión, de sentido del estado, en fin, de los más elementales mimbres con los que debería dotarse un Ejecutivo ante una crisis como la presente. Ábalos recurre al eslogan socialista “Si tú no vas, ellos vuelven”, como si el país estuviera para frasecitas, y tilda de caos todo lo que no sea lo que tenemos ahora. Y no hablo de ‘desescaladas’ que han de irse reformulando cada media hora porque la realidad se impone. Hablo del plan B que no tienen porque carecen del A.
El caos es usted, ministro; son esas ruedas de prensa impostadas y manipuladas, es una gestión que da bandazos y mal puede calificarse como tal
El caos es usted, ministro; son esas ruedas de prensa impostadas y manipuladas, es una gestión que da bandazos y mal puede calificarse como tal. El Gobierno al que usted pertenece de manera destacada es paradigma del desorden, de falta de criterio, de descoordinación y de la impotencia intelectual y política. Si me admite el lector otra cita, esta vez de Aristóteles, que tanto consuelo presta a quienes sufrimos a gente como usted, ministro, le recordaré que el filósofo dejó sentado que el orden debe ser la combinación de lo bello con lo grande. Y no hay belleza en su proceder ni grandeza en sus palabras. Presentarse ante la ciudadanía argumentando que, si no les dan la razón, todo será un caos es mucho más que mentir, es demostrar su ignorancia oceánica. Porque cualquier cosa será mucho mejor que el desorden creado por ustedes.
Otra cosa es que intente disimular su ineptitud echando las culpas a la oposición, que lo único que le dice, y me refiero al PP, es que ya está bien de prorrogar más la excepcionalidad de un estado de alarma que no se pensó para que ustedes pudieran hacer y deshacer a su antojo. Lo que dice Pablo Casado es que afirmar que ustedes están “en la gama alta del éxito” es una barbaridad indecente con miles de muertos; que se debe aplicar la Ley Orgánica de Medidas Especiales en Materia de Salud Pública de 1986 o la misma Ley General de Salud Pública, que protegen la salud de los españoles sin mermar sus derechos; que deben desvincular las prestaciones por los ERTE y la liquidez al estado de alarma y dejarse de excusas. En suma, que pongan orden. Un concepto, sea dicho de paso, que no es de derechas ni de izquierdas. Es puro sentido común. Otra cosa de la que ustedes andan más que escasos.
El caos es usted, Ábalos, son ustedes. No nos venda más milongas.