Miquel Giménez-Vozpópuli

Este jueves hay convocada una huelga general “de país” en Cataluña en favor del separatismo. ¿Quién está detrás de su organización? El crimen. Así de duro y así de triste.

La Intersindical-CSC, antes CSTC, fue un torpe intento por parte de Convergencia para disponer de una organización sindical propia, al estilo del ELA-STV, siglas del Eusko Langileen Alkartasuna, sindicato históricamente ligado al PNV de carácter confesional y ligado a la alta burguesía vasca.  

Llegué a conocer allá por la década de los ochenta a uno de sus líderes –su nombre no viene al caso-, demócrata a carta cabal, al que los mismos convergentes –Miquel Roca, en aquel caso– hicieron la vida imposible por defender los intereses de los trabajadores al margen de consignas partidistas. Acabó marchándose harto, claro. Ahora, esa misma central, desnaturalizada y en manos del separatismo lazi, convoca la huelga de hoy, un pretexto para que los violentos del lazo amarillo campen a sus anchas, bloqueen calles y carreteras, interrumpan el trabajo, saboteen a los tenderos y sirva de coartada para que en las escuelas los profesores del odio hagan proselitismo entre nuestros hijos.

Nada de eso es extraño si tenemos en cuenta que quien dirige ese sindicato es Carles Sastre, terrorista y asesino del empresario José María Bultó. Sastre militó en Terra Lliure y en el Exèrcit Popular Català, siendo un estandarte que los separatistas gustan de enseñar a la que pueden. Ha sido visto en los últimos tiempos junto a Torra o Ernest Maragall, así como en TV3, entrevistado por Xavier Grasset, que llegó a calificarlo entre estremecimientos de placer y sonrisitas de conejo como gran reserva del independentismo. A un asesino y en horario de máxima audiencia. Ese es el nivel de miseria moral al que se ha llegado.

No puedo imaginarme que en Francia un asesino convoque un paro con el apoyo de una parte de sus políticos sin que el Estado tome cartas en el asunto

Así lo denunciaba gallardamente en el Congreso Juan Carlos Girauta, con la indignación legítima de quienes nos hemos manifestado siempre en contra del crimen, de los criminales y de quienes los han apoyado de manera cobarde y ruin. Gracias, Juan Carlos, por defender a las víctimas frente a sus verdugos. Sastre forma parte del imaginario supremacista que vemos a diario en la sala del Supremo que juzga a los implicados en el golpe de Estado. Cuando el criminal es blanqueado, haciéndolo aparecer en medios públicos como honrados patriotas, cuando los políticos se suman a sus convocatorias, cuando se les ríen las gracias, ha llegado el momento de decir basta. No hay país que tolere tamaña barbaridad, tamaño suicidio colectivo. No puedo imaginarme que en Francia un asesino convoque un paro con el apoyo de una parte de sus políticos sin que el Estado tome cartas en el asunto. Ni en Alemania, ni en el Reino Unido, ni en los USA ni, mucho menos, en esa Rusia en la que buscan amparo y dinero los separatistas.

El flirteo del nacional separatismo catalán con los de la bomba y el tiro en la nuca viene de muy lejos, deviniendo en el mantra de que Otegui es un hombre de paz, desde el viaje de Carod a Perpiñán a las conversaciones que en su día se comenta mantuvo Pujol con Terra Lliure. Al igual que sus homónimos del PNV, los del pasamontañas siempre les parecieron solo unos chicos atolondrados. Digo más, si en Cataluña no hay violencia, cosa de la que se jactan en el juicio los separatistas, es porque no la han necesitado. Estoy convencido de que las listas negras que obran en su poder servirían para algo más que para vetar a quienes están en ellas. No lo duden.

 
 
 

A esa huelga del crimen se han sumado, para su eterna vergüenza, ANC, Ómnium, Unió de Pagesos, la Plataforma 3-O, los CDR y Arran – faltaría más -, entre otras organizaciones que hacen bulto a la hora de redactar un manifiesto ful. También la secundan, y eso es más grave, partidos políticos con representación parlamentaria como son el PDeCAT o Esquerra. Los burguesitos de Sarrià- Sant Gervasi en auxilio del crimen. No recuerdan los paseos que padecieron sus abuelos ni las checas ubicadas en sus propios barrios, como la de Sant Elíes. ¡Qué frágil es la memoria del rico!

O se actúa en serio en Cataluña, y eso va más allá de un 155 cualquiera, o acabaremos con sangre por las calles

El candidato del PP a la alcaldía de Barcelona, Josep Bou, señalaba como responsables de esta huelga a Colau y a Torra, exigiendo que los Mossos y la Guardia Urbana deben preservar la seguridad en la Ciudad Condal. No se esfuerce, don Josep. Cuando es el crimen quien convoca con el apoyo de los partidos que gobiernan la Generalitat, no hay nada que pedir. Y mucho menos a Colau o, y puestos, a los socialistas, callados como muertos ante el terrible atentado que suponen estas afrentas a la democracia, la libertad y, ya que estamos, la huelga, sagrada en todos los regímenes democráticos, y que aquí se pervierte para dar cobertura infame a quienes no la merecen.

O se actúa en serio en Cataluña, y eso va más allá de un 155 cualquiera, o acabaremos con sangre por las calles. De momento, los que la han vertido en el pasado sin arrepentirse son quienes pretenden apoderarse de ellas. Mucho cuidado.