Miguel Ángel Aguilar-Vozpópuli
- Los monclovitas consideran haber abolido el principio de contradicción, según el cual una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto
Sostienen los farmacéuticos que no hay venenos, solo dosis venenosas. Ese carácter venenoso puede generarse al ser ingeridas de una sola vez, pero también, si el organismo es incapaz de eliminar esa sustancia, que sea en el momento de sobrepasar el límite máximo acumulable de una determinada sustancia, administrada de modo pautado, cuando se desencadenen los efectos letales. En ayuda de los farmacéuticos vienen los sociólogos para distinguir entre los afectados por los envenenamientos, según el grado de velocidad o de lentitud con que se hayan llevado a cabo, obedeciendo a las dos ecuaciones de la matemática existencial -que quedaron enunciadas en la anterior columna de esta serie-, según las cuales: el grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido.
Atentos a esas dos ecuaciones los estrategas que acompañan en su travesía al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, aplican el manual de resistencia y descartan prestar atención a las presiones que reciben en favor de la lentitud. Antes, por el contrario, prefieren reaccionar acelerando, por ejemplo, en la cuestión catalana, que intentan llevar a su consumación cuanto antes. Concuerdan, así, con la Ley de Weber y Fêchner que establece la correlación existente entre los estímulos y las sensaciones. A tenor de la cual, los estímulos han de crecer en progresión geométrica (2, 4, 8, 16,…) para que las sensaciones se incrementen en progresión aritmética (2, 3, 4, 5,…). La consigna parece ser la misma de la película de Carlos Saura Deprisa, deprisa. Pero ese acelerar resulta venenoso en la medida en que conduce al olvido, advertidos como estamos por Milan Kundera en El libro de la risa y el olvido de que “la lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido”.
Además, los zapadores de Moncloa quieren a toda costa evitar que se apodere del presidente la lítost, ese estado de padecimiento producido por la visión de la propia miseria, “que funciona como un motor de dos tiempos, dado que al sentimiento de dolor sigue el deseo de venganza, cuyo objetivo es lograr que el otro sea igual de miserable. Para nuestro autor “la gente grita que quiere crear un futuro mejor, pero eso no es verdad. El futuro es un vacío indiferente que no le interesa a nadie, mientras que el pasado está lleno de vida y su rostro nos excita, nos irrita, nos ofende y por eso queremos destruirlo o retocarlo”. En definitiva, los hombres quieren ser dueños del futuro solo para poder cambiar el pasado. Luchan por entrar al laboratorio en el que se retocan las fotografías y se reescriben las biografías y la historia”. Por eso, advertidas las dificultades que se interponen en la tarea de mejorar el futuro, optan por entregarse al propósito, más accesible, de empeorar el pasado. Actitud que nos permite entender el esfuerzo denodado de los podemitas por ennegrecer la Transición.
Advertidas las dificultades que se interponen en la tarea de mejorar el futuro, optan por entregarse al propósito, más accesible, de empeorar el pasado
La cuestión catalana
La proximidad de las elecciones municipales y autonómicas, que tienen como fecha de convocatoria inexorable el domingo 28 de mayo, aconsejaría, según gentes relevantes del partido socialista, un aplazamiento que dejara para otra ocasión más propicia la cuestión catalana pero semejantes razones son rechazadas de plano en favor del baile de la yenca: primero se desmiente con rotundidad, enseguida un aparente descolgado insiste, luego se afirma con algún matiz que confunde y, por fin, se enfila el camino para el indulto, la sedición, la malversación, la alteración de las leyes orgánicas del TC o del CGPJ o del sursum corda.
Mientras, cual popeyes, los monclovitas consideran haber abolido el principio de contradicción, según el cual una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajo el mismo aspecto. ¿Acaso iban a permitir sanchistas y podemitas que Aristóteles y su lógica bloquearan al primer Gobierno de coalición de la democracia, siempre en defensa de la clase media y trabajadora, que no ha dejado a nadie atrás y que se afana incesante en la defensa de los más vulnerables, a quienes ha dotado en adelante del derecho de autodeterminación de género? ¿Alguien puede dudar de que España está ahora mejor que en 2017 y que sigue sin romperse, todavía? Las reclamaciones, al maestro armero.