- La agenda oculta de Sánchez en este Debate: presentar a los bilduetarras como unos perfectos demócratas
Minuto de silencio en el Congreso en memoria de Miguel Ángel Blanco. La presidenta de la cámara, Meritxell Batet, se queda sentada. Y no es eso, señora mía, que por mucho pasado y novio separatista que te tenga y por más simpatías que despierten en usted quienes desean romper la unidad nacional – que es lo mismo que pulverizar la igualdad entre ciudadanos españoles – su papel institucional le obligaba siquiera por respeto a los muertos, ponerse en pie. Pero el nuevo Sánchez Style obliga y el subtexto del Debate ha sido ofrecernos una visión idílica de Bildu. Son varios los motivos que tiene este gobierno de miseria moral y perjurio institucional, puesto que al acceder al cargo juran o prometen acatar la Constitución y hacerla cumplir.
El primero, y más importante para ese autócrata que dirige el país es asegurarse los votos de Bildu. Si ello comporta pactar una ley de memoria histórica que anule la Transición, prolongando el franquismo hasta 1983, se hace. Si hay que olvidarse de los más de 300 asesinatos cometidos por ETA todavía sin resolver, se olvida. Si se ha de afirmar que hablar de ETA está obsoleto porque ya no existe – vayan ustedes por las Vascongadas con la bandera de España en la solapa y verán lo que pasa -, se afirma. Como decía un hiperventilado sanchista, es mucho mejor que los etarras se hayan integrado en las instituciones a que no que continúen matando. Eso es más que discutible. Recordemos que fue un concejal de la malhadada HB quien dio a la banda asesina toda la información acerca de los movimientos, rutinas y itinerarios que su compañero Miguel Ángel Blanco, hacía. Por lo demás, el fenómeno de HB y partidos anti sistema, incubadores de serpientes y destructores de la convivencia, es algo que nuestros socios europeos no acaban de entender. Que alguien pida ilegalizar a VOX – antes lo hicieron con el PP o Ciudadanos, incluso con el PSOE – por franquistas, represores, autoritarios y poco demócratas mientras se hacen fotos con Otegi, festejan los onguietorris, acosan a la policía, escupen a diario en las fuerzas armadas u organiza escraches contra personas constitucionalistas es más que peregrino, es suicida. No lo entienden y no se entiende.
Esa serpiente, la que representa a ETA y también a toda la batahola de anti sistema, vive, repta y emponzoña la vida de la cámara de representación nacional. Esa lacra ha conseguido llegar a gobernar España, puesto que gobernar es pactar con quien ocupa el gobierno e influir decisivamente en sus decisiones. ETA, admitámoslo, nos ha ganado la batalla del compadreo, del pacto por debajo del mantel, del politiqueo sin escrúpulos. Creímos haberla derrotado y ahora nos la encontramos leyéndonos unas homilías terribles y redactando qué podemos y qué no podemos recordar, qué es historia y qué no lo es, qué es bueno y qué es malo. Sánchez ha hecho otro de sus magníficos trucos de prestidigitación. En una reciente encuesta realizada a jóvenes universitarios la mayoría decía no saber quién era Miguel Ángel, afirmaba haber oído hablar de ETA muy poco, sin saber mucho de qué iba la cosa. Y muchos de los ciegos que todavía apoyan al PSOE dirán que, hombre, menos mal que Sánchez los ha traído al redil. Sumen ese cúmulo de ignorancia a la nueva memoria histórica, añádanle la rebaja de edad a la hora de votar, contemplen la actitud de cargos como Batet y podrán hacerse una idea.
No ganamos. Pero fue porque los socialistas nos engañaron con aquel “Nunca pactaré con Bildu”. Ellos son los culpables. Y ahí están, en pleno corazón de nuestra democracia, incrustados.