EL CONFIDENCIAL 01/07/14
· Debate organizado por el Banco Sabadell
Hubo algo de autocrítica y pasó de puntillas por el eterno debate que la coloca en 2015 como candidata del Partido Popular a la alcaldía de Madrid. Cristina Cifuentes participó ayer en un debate con el catedrático Manuel Cruz en el que se habló, sobre todo, de dónde se separan los límites de los derechos individuales y la seguridad ciudadana. “Son las dos caras de la misma moneda. Sin libertad es muy difícil que haya libertad, pero los derechos siempre tienen que tener algún límite”. La delegada del Gobierno se felicitó de que el número de manifestaciones haya descendido un 36% en el último año y justificó esta aparente tranquilidad con el descenso de la conflictividad social. “Cuando ganó el PP, hubo gente que quiso ganar en la calle lo que perdió en las urnas”, añadió.
La mesa de debate, que El Confidencial organiza periódicamente junto con el Banco Sabadell, se centró en si era legal o no prohibir la exhibición de símbolos republicanos durante la proclamación del rey Felipe VI. La postura de la delegada fue que, dada las circunstancias “excepcionales” de la jornada, portar símbolos republicanos podría causar alteraciones en el orden público, lo que habría provocado un daño “irreparable para la imagen de España”. La orden de prohibir cualquier muestra republicana, eso sí, no fue suya, sino que “partió de la secretaría de Estado”, y llegó a reconocer que pudo haber sido excesivo que se prohibiera el paso a una chica con un pin republicano en la solapa. Para el profesor Cruz, limitar que un ciudadano lleve determinados símbolos significa que se le están poniendo límites a su libertad de expresión.
También hubo tiempo para hablar de si es posible garantizar la seguridad ciudadana sin menoscabar el derecho de los ciudadanos a reunirse libremente. “Los límites no son siempre los mismos. La libertad, que es un bien a proteger, tiene que ir acompañada de seguridad. No son cosas incompatibles, sino que son complementarias. Uno potencia a la otra”, justificó Cifuentes. Cruz incidió en la importancia de distinguir entre seguridad ciudadana y orden público. “Si identificamos seguridad ciudadana con integridad física, deberemos incluir más elementos para la seguridad”.
El presidente de la Confederación de Comercio de Madrid (COCEM), Hilario Alfaro, quiso saber por qué un evento deportivo celebrado por la Roja puede discurrir por la madrileña Gran Vía y, sin embargo, el Orgullo Gay se ha desplazado al Paseo del Prado porque el Ayuntamiento desaconsejó el trayecto de Gran Vía por la imposibilidad de que los servicios esenciales de seguridad ciudadana pudieran transitar. Cifuentes defendió el traslado de la manifestación, una vez que aclaró que las celebraciones deportivas no dependen de la Delegación.
“Una celebración deportiva no entra dentro del derecho de reunión. Ahí tiene que intervenir el Ayuntamiento, por la utilización de espacios públicos. Es verdad que la manifestación del Orgullo Gay entra desde ese punto de vista, porque tiene un carácter reivindicativo, pero un desfile con carrozas es cuestionable que sea un derecho de reunión”, añadió, a la vez que aclaró que ha pedido un informe a la Abogacía del Estado para aclarar esas dudas competenciales. En este sentido, el profesor Cruz calificó como “argumentos difusos” y “cogidos con pinzas” que se limite el derecho de reunión cuando se argumenta a través de presunciones o posibilidades de que pueda pasar algo. “Hay que ser lo más precisos. En el fondo, esas personas, si quieren hacer uso de su libertad individual, deberían ser protegidas por las autoridades”, argumentó.
Uno de los puntos de mayor controversia fue cuando se preguntó sobre la imagen que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado transmiten a la ciudadanía. Para Cifuentes, es un cuerpo que se dedica “en cuerpo y alma a su profesión”, que hace un trabajo “impecable” y que, según las encuestas del CIS, están mejor valorados hasta que el Ejército. Sin embargo, la percepción varía dependiendo de la zona en la que se resida. “En Cataluña, no creo que haya tan buena imagen de la Policía”, dice el profesor, que diferencia entre la anécdota y la categoría. “Se habla mucho de ejemplaridad, y muchas veces las anécdotas se convierten en ejemplares”. Cruz recordó a una paisana que perdió un ojo tras las cargas policiales en una manifestación en Barcelona en 2012. “Hay muchos ciudadanos que cuando pasan al lado de un furgón policial con antidisturbios no se sienten nada seguros. Y no quiero hacer demagogia”, reprochó Cruz.
La casta política
También hubo tiempo para hablar sobre la polémica ley de seguridad ciudadana que tramitan las Cortes, con la que se pretendía multar tanto a las prostitutas que ejercían como a los clientes que consumían. Cifuentes aplaudió que se rectificara y que las mujeres que desempeñan este trabajo, “que muchísimas lo hacen obligadas”, no sean multadas. Un punto en el que Cruz coincidió con la delegada: “Si el 90% de las prostitutas no ejercieran su profesión en condiciones intolerables, se abriría un debate muy interesante: si dos personas libremente deciden que una da sexo a cambio de dinero, ¿por qué debe ser punible?”.
El coloquio finalizó con el debate de la regeneración de una clase de políticos que están desconectados de una sociedad que cada vez pide más cambios. Cifuentes no quiso entrar en el debate que la postula como la candidata del PP a suceder a Ana Botella en el Palacio de Cibeles. Para ella, los políticos de todos los colores deben preocuparse en volver a conquistar a la ciudadanía, una población que “piensa que estamos aquí para llevárnoslo. Para los ciudadanos somos una casta. Y eso sí que es un problema”. Cruz sólo apuntó una cosa: “No confundir la regeneración con la cosmética”.