- El PSOE no puede padecer ninguna crisis como partido por una sencilla razón: hace tiempo que dejó de serlo
Constituido como una coral dedicada a los cantos laudatorios hacia su líder, que hace, deshace, quita y pone sin consultar a la ejecutiva o al comité federal, eso que llamamos PSOE es un anacronismo por partida doble. En primer lugar, porque de socialista y español no le queda nada, ni siquiera las ganas de disimularlo. En segundo lugar, poque es una formación en la que se obedece al pie de la letra lo que diga el líder, aunque suponga ir de cabeza al precipicio.
Sánchez ha hecho una remodelación que puede, dicen, leerse en varias claves. No se lo aconsejo. Si les gustan los whodunit, que a mí me apasionan, harán bien en alejarse de lo que pretende ser estrategia y no son más que los bandazos de un ebrio de poder. Al tribuno de la plebe llamado Sánchez le queda cada vez menos tiempo y menos conejos en su ajada chistera, así que tira de lo que puede, que es más bien escaso. Colocar a Patxi López al frente de la portavocía del PSOE en el Congreso será lo que ustedes quieran, pero huele a rancio y a naftalina. Lejos quedaron los tiempos donde Sánchez hacía fichajes de relumbrón – aunque acabaran todos mal – como Pedro Duque o Máximo Huerta. Ahora solo le quedan los Patxi, como esos retales a mitad de precio que igual sirven para unas cortinas, un jersey de manga ranglán o una funda para el chubesqui. Pero eso no es útil ni siquiera eficaz. Es solo un parcheo. No seré yo quien dé ideas al social comunismo que, por otra parte, es más partidario de las ocurrencias. Pero convendrán conmigo que todo es de un gris plomizo que raya en lo abrumador.
Es como la ministra Marisu que, precisamente, suplirá a Adriana. O la ministra Alegría, que portavoceará en nombre del partido. O Iceta, que será responsable de Memoria Histórica y Laicidad, ya lo ven, él, con una familia tan de misa y comunión. Todos serán portavoces, todos hablarán en nombre del socialismo rampante pero nadie dirá nada que valga la pena escuchar pues, a pesar de ser varios, sus palabras vendrán dictadas por una sola persona, Sánchez. Qué despilfarro de títulos, cargos, sueldos, nombres y apellidos. Con un tuit semanal desde Moncloa que diga “Hay esto” los avispados cargos ya sabrían a qué atenerse.
De ahí que uno piense que lo de Patxi es pura antigualla. ¿Consejo de ministros o ejecutiva? Dónde esté un grupo de wasap que se quite lo demás. ¿Ruedas de prensa o comunicados? Para eso están Tuiter y Tik Tok. El resto es bambolla, juego de espejos, artificio de mago torpón aturullado al que se le caen las cartas de la manga y no consigue volver a unir a la señora que ha partido por la mitad por más abracadabra que diga. Sabíamos que haríais y diríais cosas que nos helarían el alma, pero lo que no pudimos jamás intuir es que, además, serían tan casposas, tan pasadas de fecha, tan apolilladas, tan monótonamente malvadas y repetitivas. Ese mal que defendéis y practicáis es, además, feo y antiguo, muy antiguo. Lo rabiosamente actual, lo revolucionario de verdad, es el bien, pero eso conlleva otro tipo de gente y de ideología.
Porque si Patxi es lo moderno, apaga y vámonos.