LUIS ALEMANY-EL MUNDO

LA ENTREVISTA FINAL

FÉLIX OVEJERO. Barcelona, 1957. Profesor de Economía de la Universidad de Barcelona y autor de 16 libros, entre los que destaca ‘La deriva reaccionaria de la izquierda’ (Libros indómitos), que presentó la semana pasada en Madrid.

Pregunta.– Escribe sobre el deterioro intelectual de la izquierda ahora que vamos hacia la renta básica. O sea, en vísperas del gran triunfo histórico socialdemócrata.

Respuesta.– Preferíría ser prudente con eso de las vísperas. En cualquier caso, sí, la historia de la izquierda es un morir de éxito. Su proyecto emancipador del siglo XIX se ha cumplido aunque, la desigualdad no haya desaparecido. Quizá ahí esté el giro culturalista, académico y un poco reaccionario que ha dado, de ahí su desapego en el afán de verdad.

P.– Explique lo del problema académico.

R.– Hay disciplinas en las que el criterio de verdad es muy claro: la química, la física… En un poema de Brecht no pasa eso, así que aparecen inseguridades intelectuales y capillitas para conseguir reconocimiento… Los intelectuales, que somos muy venales, sólo escuchamos lo que queremos oír, lo que nos reafirma. Somos buenos en en ver la paja en el ojo ajeno. Amamos la verdad si nos sirve para destruir la verdad del otro y armarnos de superioridad moral.

P.– Vázquez Montalbán escribió que a los comunistas, igual que a los cristianos, les gusta ser buenos pero, sobre todo, les chifla ser más buenos que el prójimo.

R.– Eso es. Mire: yo pienso que las ideas en las que creo, en este caso las de izquierdas, son mejores que aquellas en las que no creo. Pero no creo que mi acercamiento a la verdad sea necesariamente más honesto. Si digo que el otro no ama la verdad, que obedece a intereses oscuros, el diálogo no es posible.

P.– En Europa tenemos hoy dos Gobiernos de izquierdas estables en Portugal y Grecia con la nueva Syriza socialdemócrata.

R.– Syriza es algo menos que socialdemócrata. Y también en Portugal aplicaron medidas como las de Rajoy o más de derechas: salvaron las pensiones y el desempleo y para lo demás, lo que se pueda. Siempre pasa que la izquierda hace los recortes que la derecha no hace porque teme a la izquierda en la calle.

P.– ¿Qué le dice la palabra antifascista?

R.– Me da yuyu. Qué me va a decir si vengo de Cataluña, si me llaman facha día sí, día no. Decirse antifascista hoy es una manera de proclamar la superioridad moral del que habla y de excluir al otro. Antifascista significa una incapacidad para el diálogo.

P.– ¿Cuándo le dijeron facha por primera vez?

R.– Así en la cara, dudo… Pero entre los alumnos sé que ocurre desde hace mucho. Cuando me relajo mucho, me meto en Google y busco «Ovejero facha».

P.– Entonces, aquellos a los que no les gusta Salvini, ni Bolsonaro, ni Vox…

R.– Lo que hay que hacer es combatirlos con verdades, no con superioridad moral. Si nos dicen el porcentaje de delitos cometidos por inmigrantes es X, lo mejor no es hacer aspavientos y gritar «facha». Hay que preguntar: ¿Y qué? ¿Es significativo ese número de delincuentes entre el total de inmgrantes?

P.– En cambio, la derecha refinó su discurso.

R.– Ha tomado cosas de aquí y de allá, del liberalismo, de la socialdemocracia… Podríamos decirlo así.

P.– Pero yo veo a Vox y veo al señor muy de derechas de toda la vida. Vox ha renunciado a esa sofisticación tipo Pim Fortuyn. Es más como Le Pen padre que como Marine.

R.– Es que el mundo ha cambiado tan rápido que las cosas que antes decía la democracia cristiana nos parecen hoy de ultraderecha. Hasta Jospin, que es socialista, estaba contra el matrimonio gay hace dos días.

LA ÚLTIMA PREGUNTA

¿POR QUÉ TANTA EMOTIVIDAD EN PODEMOS? TANTOS AMORES Y LEAL-TADES TRAICIONADOS… Es un problema de adanismo. Entras en política con la amistad como vínculo y no entiendes que habrá un momento en el que tus amigos tendrán intereses diferentes. Y como no lo entiendes, te lo tomas como una traición