Artur Mas inició ayer en Madrid el trabajo de pedagogía en favor del derecho a decidir que apenas unas horas antes le encargó el Govern. Y lo hizo pidiendo al Ejecutivo de Mariano Rajoy la presentación de «un proyecto para Cataluña». En un acto en el Ateneo, programado desde hace semanas, en el que también participó el ex ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García–Margallo, Mas defendió «sin intermediarios y sin tapujos» la reclamación de los catalanes por decidir su propio futuro.
Aseguró que «la Constitución sigue teniendo legalidad en Cataluña, pero ha perdido legitimidad. Fue aprobada y defendida a ultranza durante décadas», dijo, «pero se ha llegado a un punto en que la legitimidad se ha difuminado».
Mas se presentó como «condenado» por la Justicia española por haber organizado un proceso participativo a través de voluntarios. Insistió en que en el Parlament hay una «mayoría absoluta a favor de la independencia y no sólo a favor del derecho a decidir».
También admitió que la Constitución «no permite la separación de un territorio del Estado» pero, puesto que la mayoría del Parlament lo quiere, debe deducirse, en su opinión, que la Carta Magna no tiene ya legitimidad entre una gran mayoría de los catalanes.
El ex president se preguntó cómo es posible que siendo Cataluña el «primer problema político de España», el Gobierno no tome ninguna iniciativa para solucionarlo. «Ni siquiera», dijo, «a través de una reforma constitucional. Pónganla encima de la mesa», animó encarecidamente al Gobierno tras admitir que los independentistas catalanes no tienen fuerza ni votos suficientes para plantearla ellos mismos. «A través de los tribunales», avisó, «no se va a resolver el reto catalán, que está para quedarse». Mas insistió en pedir «diálogo» y recalcó que la demanda de referéndum «no es el problema sino la solución». Para él no estamos «ante un reto nacionalista sino social».
Reconoció que la sociedad catalana «no es unánime» y defendió que «en democracia la mejor forma de decidir las diferencias es el voto no el veto. Sobran vetos y faltan votos», dijo. Mas pidió que no se tome como un ultimátum la máxima de «referéndum o referéndum» y reclamó al Ejecutivo «un proyecto para Cataluña que responda a la reclamación democrática de la población».
«La desafección en Cataluña ha ido a más y ello exige una reflexión por parte del Estado», repitió en varias ocasiones. El ex presidente de la Generalitat, Artur Mas, fue recibido a su llegada al Ateneo por medio centenar de ultras coreando insultos y enarbolando banderas de España y de Falange.
El ex ministro de Exteriores José Manuel García–Margallo dio la réplica a Mas reprochando al independentismo su intento de «romper el orden institucional» y «quebrar la democracia». «Esto es», dijo refiriéndose al procés, «una ilegalidad anunciada».
El ex ministro recordó que la indivisibilidad de la nación es un principio recogido en todas las Constituciones. Insistió, y Mas así lo admitió, en que un Estado sólo lo es cuando el resto de la comunidad internacional lo reconoce, algo que, afirmó, nunca sucederá respecto a una Cataluña que se desconecte de España. Si se produjera la secesión «el perjuicio para los catalanes sería inimaginable», afirmó antes de recordar que la situación financiera de Cataluña sólo se salva ahora por la ayuda del Estado que ya alcanza los 62.000 millones de euros. «Equivocarse es arrojar a los catalanes a una situación muy complicada», avisó.