IGNACIO MARCO-GARDOQUI-EL CORREO
- Hemos decidido que ‘nadie se quede atrás’, pero obligando a los rápidos a que esperen a los lentos
Durante muchísimos años, mi pesadilla favorita era una en la que me enfrentaba de nuevo a los exámenes de estadística e investigación operativa -asignaturas ambas en las que era un auténtico zote y de las que nunca llegue a entender mucho- lo cual me complicaba la terminación de la carrera. Menos mal que todo eso ha pasado a la historia, porque no quiero ni pensar las terroríficas noches en vela que me hubiesen producido la moda actual de las matemáticas con perspectiva de género aplicadas a cosas tan difíciles como las integrales, las matrices o los determinantes. ¡Uf, cuántas angustias evitadas!
En serio. En mi vida he visto y escuchado grandes tonterías. Algunas de ellas las he visto y oído muy de cerca, porque las he hecho y dicho yo mismo. Pero lo de estas atrevidas ignorantes que dirigen (¿hacia dónde exactamente?) los ministerios de Educación e Igualdad causan asombro. ¿Dónde encontrarán la fuerza moral para decidir, con semejante extravagancia, lo que deben saber y cuando lo deben saber nuestros niños y jóvenes.
Para mí, el ‘summun’ de la aventura siempre ha sido navegar el Mar de Drake en la Vendée Globe o surcar las dunas del Gran Erg Oriental en la París-Dakar. Pues no, eso son naderías comparadas con las experiencias que van a proporcionar a los niños y las niñas de ¡seis años! el análisis y la profundización de su sexualidad. ¿Han hablado alguna vez con un niño o niña de seis años? ¿Les han visto muy preocupados por profundizar en su sexualidad?
Si no fuese dramático, sería grotesco. Estoy seguro de que incluso a la exministra Celáa se le habrá encanecido el cabello al ver lo que hacen estos desnortados y desnortadas con su ley. Ella sufrió en sus últimos años en el servicio público un severo ataque de sectarismo revanchista, pero era una persona inteligente y preparada en la materia. ¿Es lógico que una minoría radicalizada acapare la dirección de la sociedad y se ponga al volante sin respetar los límites de velocidad ni las direcciones prohibidas?
Llegados a este punto quizás se pregunte que hace un comentario de este tenor en una sección como la de economía. Pero es que la formación está en la base de todo. No sólo a nivel personal y social, sino también en lo económico. Tenemos mucho paro, entre otras razones, porque no tenemos personas preparadas para afrontar las necesidades de las empresas ni las exigencias que impone el mercado, sometido a unos cambios tecnológicos rapidísimos. Y tenemos pocas empresas, no porque haya pocos incentivos fiscales, ni escasos apoyos financieros, sino porque no tenemos muchas personas capaces de emprender y se animen a hacerlo.
Tenemos mucho paro porque no hay personas preparadas para afrontar las necesidades de las empresas ni las exigencias que impone el mercado
Los rectores de nuestro sistema educativo han decidido que para luchar contra el elevado índice de abandono escolar, que constituye una lacra insoportable en nuestro país, lo más indicado es rebajar el nivel de la exigencia y pasar de curso con suspensos, cuando lo bueno y lo necesario hubiese sido elevar el nivel general del desempeño, fomentar el esfuerzo de alumnos y profesores y mejorar las prestaciones del modelo. Pero, claro, rebajar la exigencia es mucho más popular y, al parecer, mucho más progresista.
En cambio predicar el esfuerzo y premiar al excelente es una actitud retrógrada e intolerable en nuestra sociedad. Hemos decidido que ‘nadie se quede atrás’. Me parece perfecto. Pero en lugar de empujar a todos hacia adelante hemos pensado que era mejor obligar a los rápidos a que esperen a los lentos.
Muy social, pero si mira el resultado obtenido comprobará que en el segundo trimestre de este año -que ha sido tan bueno para el mundo laboral-, uno de cuatro empleos creados fue público y sólo uno de cada diez fue fijo.