Editorial-El Español

Pedro Sánchez ha llegado al ecuador de la legislatura en caída libre. Y la oposición, en un vuelco sin precedentes, roza ya los 210 escaños.

Hace un año Sánchez mantenía, según los sondeos de SocioMétrica, los 121 escaños que había logrado hace dos. Aunque era una estabilización ficticia: al ganar lo que perdía Sumar (que había caído de 31 a 14 diputados), el PSOE podía encubrir su deterioro.

Pero, según la última encuesta de SocioMétrica para EL ESPAÑOL, publicada este lunes, ahora se da una debacle simultánea de los dos socios de la coalición de Gobierno. El PSOE ha caído por debajo de los cien escaños (99), mientras que Sumar se queda con tan sólo 8.

El PSOE se desangra electoralmente. Sólo un 58% de sus votantes de 2023 mantiene su intención de repetir el voto, una fidelidad bajísima para un partido gobernante. En contraste, el PP retiene al 82,9% de sus electores.

La fuga es especialmente acentuada entre las mujeres, un electorado que tradicionalmente fue un pilar del socialismo español y que hoy le da la espalda. También por escándalos como el del caso Cerdán, que han minado la credibilidad ética y el discurso feminista del partido.

Y la erosión no es sólo parlamentaria, sino también personal.

Según el mismo sondeo de SocioMétrica, la popularidad de Sánchez se ha desplomado al 23%: menos de uno de cada cuatro españoles respalda hoy al presidente del Gobierno.

A lo cual se suma que casi el 70% de los ciudadanos cree que debería dimitir. Incluido el 35% de quienes votaron al PSOE en 2023.

Este desgaste no hace sino ratificar la tesis que ha venido sosteniendo este periódico en los últimos meses: cuanto más se obstine Sánchez en sostener la ilusión de una mayoría que ya no existe, más profunda será su caída.

Sin Presupuestos, sin capacidad real de legislar, con un Congreso paralizado y una opinión pública en contra, seguir resistiendo no supone un alarde de fortaleza, sino de temeridad. Por conservar Moncloa, Sánchez corre el riesgo de perder Ferraz.

El daño para el PSOE podría ser estructural si no se produce pronto una renovación.

Y aunque aún no ha empezado el juego de sillas, SocioMétrica ha preguntado por los posibles sucesores, arrojando un escenario de división en el sanchismo.

Porque el preferido para sustituir a Sánchez en una hipotética investidura es Eduardo Madina. Un resultado muy significativo, en la medida en que Madina encarna lo que pudo haber sido un PSOE más institucional, más coherente y más libre de la dependencia de populistas y separatistas.

Pero, por otro lado, los votantes socialistas se inclinan mayoritariamente por Salvador Illa como nuevo líder del partido. Illa podría ser la figura de consenso que el PSOE necesita, aunque su actual cargo como presidente de la Generalitat catalana hace muy inverosímil esta vía.

Y mientras el barco del capitán Sánchez se hunde poco a poco, los extremistas pescan en las aguas revueltas que se tragan al PSOE.

El otro aspecto destacado del sondeo de SocioMétrica es que Vox se dispara en intención de voto, a lomos del debate sobre la inmigración y de las acusaciones de corrupción que exceden al PSOE. Porque el estallido del caso Montoro (que la mayoría de españoles considera tan grave como el caso Cerdán) refuerza el discurso antisistema de Vox contra el bipartidismo.

Ahora bien, aunque una mayoría de ciudadanos condena con la misma intensidad ambos casos, sólo un 23,6% responsabiliza a Feijóo del caso Montoro, según SocioMétrica. Lo que hace que el desgaste que acusa el PP sea más leve.

Y acaso ahí resida la clave de los buenos datos del PP, que se estabiliza en el umbral de los 150 escaños (153) que resultan suficientes para que Feijóo pudiera gobernar en solitario.

Unas cifras que ayudarían a contrarrestar la crecida de Vox, y que en este contexto ejercerían como ancla de estabilidad capaz de ofrecer una salida al bloqueo al que ha condenado a España la contumacia de Sánchez en su quimérica mayoría.

Cuanto más tarde en asumir su agotamiento, más difícil será para el PSOE —y para España— reconstruirse tras su caída.