Arcadi Espada-El Mundo
Evidentemente la decisión de que los ex miembros del Gobierno catalán y asociados vayan a la cárcel la ha tomado un juez y sería una vulneración monstruosa de la división de poderes que el ejecutivo organizase su escapatoria de la Justicia. Pero esa hipótesis devuelve como un espejo insoportable la vulneración monstruosa de la legalidad que ha practicado el gobierno desde que Artur Mas (el Evadido, nómbrese así para escándalo de la justicia y de la política españolas) puso en marcha el Proceso. No una sino muchas veces la Generalidad desobedeció el mandato de los jueces y el espíritu de las leyes y saboteó desde dentro el Estado de Derecho de la manera que tan violentamente describe ahora este caso del preso y carcelero al tiempo. Pudo hacerlo, porque el Estado, a lo largo de cuatro décadas, fue trasladándole legalidad y legitimidad del mismo modo que ahora le traslada presos. Y es que el sentido alegórico del traslado penitenciario también alude a la actitud, de ahora y de casi siempre, del gobierno estatal.
En cualquier caso el Valido, que vive en esa república catalana donde ondea la bandera española que no se ha atrevido a arriar, tiene una nueva oportunidad de rebasar la citada fraseología con la que acostumbra a quedarse. Porque, ciertamente, que su autoproclamada república independiente, y toda la catástrofe generada, culminen en la irrevocable obligación ¡autonómica! de vigilar que no se le escapen de la cárcel los héroes del Proceso es magro y humillante resultado. A mi modo de ver las cosas el Valido no debería desaprovechar la ocasión que se le presenta de ingresar él mismo en la cárcel. Por respeto a sí mismo y a la épica y porque, desengañémonos, lo fundamental es que ya se trata de cárceles con pan tumaca.