Santiago González, EL MUNDO, 8/10/12
Ahora que tanto se habla del federalismo como solución, habrá que resaltar su carácter de wishful thinking: Nada horroriza tanto a un nacionalista como el igualitarismo federal. De ahí que Maragall, un nacionalista acabado, acuñara un concepto, el federalismo asimétrico, que es un cachivache tan imposible como la cafetera de Carelman. De ahí que las reivindicaciones nacionalistas hayan navegado entre el hallazgo de Maragall y la cláusula Camps: lo que hayas acordado con los catalanes, también para mí. Euskadi es una comunidad pequeña cuya extensión supone el 1,43% de la superficie de España, y su población, el 4,63% de la española. Los vascos han tenido que agarrarse a criterios cualitativos para establecer comparaciones reconfortantes. Por ejemplo, el cancionero popular: «Euskadi es tan pequeño / que no se ve en el mapa, / pero bebiendo vino / nos conocehasta el Papa. / Bat, bi, hiru, lau, etc.». Los vascos somos pocos y no muy bien avenidos, en virtud de lo que uno llamaría «la maldición de los territorios históricos», lo que llevó en el pasado a la ruptura del hasta entonces monolítico PNV y a la duplicación de infraestructuras, servicios y administración: dos orquestas sinfónicas, tres aeropuertos, seis cuerpos policiales, una cadena pública de televisión con seis canales, tres Haciendas y cuatro parlamentos, uno de la Comunidad Autónoma y otras tres cámaras legislativas, una para cada una de las diputaciones forales. Cuentan que cuando Thomas Krens buscaba emplazamiento para el siguiente museo Guggenheim en Europa y visitó Bilbao, lo que le decidió fue conocer el detalle singular de esta pequeña comunidad: tres haciendas. Todo para una población de dos millones de habitantes, aproximadamente la mitad que Berlín con su área metropolitana. La capital de Alemania lo tiene todo duplicado, los teatros de la Ópera, los aeropuertos, desde los tiempos en que el Berlín Occidental era un gueto separado del resto de la capital y de Alemania por el muro que llevaba su nombre. Era la forma de compensar al enclave de la Alemania libre rodeada de comunismo por todas partes. La triplicación se ha producido en Euskadi sin necesidad de muros ni alambres de espino. Bastó la disposición adicional primera de la Constitución, y su amparo y respeto a los derechos históricos. Por eso, un Estado y17 CCAA tienen 20 parlamentos, un fenómeno extraordinario en historia del parlamentarismo y aun de la democracia. Es mucho poder legislativo para tan pocos ciudadanos. Y mucho gasto. Cuando empezó a revisarse el sistema federal alemán se llegó a la conclusión de que los länder deberían tener un tamaño mínimo de ocho millones de habitantes para garantizar la eficacia del sistema. Después de todo, parece que el tamaño sí que importa. No es fácil imaginar cómo sería la solución federal que diera satisfacción al nacionalismo vasco hasta el punto de aplacar los síntomas soberanistas, insatisfechos con la sobrerrepresentación y la sobrefinanciación de su actual autogobierno. Juan Pablo Fusi describía las primicias del Estatuto de Gernika (autonomía para los tres territorios, un parlamento que elige por vez primera al lehendakari, Juntas Generales para los tres territorios) que hacían de él un Estatuto «infinitamente superior, por todos los conceptos, al de 1936. Comparado con el actual estado autonómico vasco, el régimen foral anterior a 1839 se reducía a esporádicas asambleas de aldeanos».
Santiago González, EL MUNDO, 8/10/12