ETA sacó la lección del 11-M: una sabia combinación de negociación política y presión violenta podía poner al Gobierno Zapatero en una situación tan mala como la de Aznar. Por eso el Gobierno hará lo posible para que existan listas electorales del mundo de ETA, por darles una salida y que no atenten antes de las elecciones. Tenemos un gobierno bajo chantaje.
Cuatro días ha tardado el Gobierno vasco en difuminar el mensaje de atención y homenaje a las víctimas del terrorismo, vaciándolo en gran medida de sentido, mediante el grandioso homenaje a Guernica en el setenta aniversario de su bombardeo, al proclamar el portavoz de los supervivientes que aquél fue el primer acto de terrorismo por lo que se declaraba víctima del terrorismo. Aún reconociendo la brutalidad del bombardeo, mixtificar ambas situaciones acaba teniendo el perverso objetivo de alejar y relativizar la dimensión de la tragedia que aún vivimos, la del terrorismo de ETA, con los acusados en actitud provocadora durante los juicios, y el dolor de los familiares de los asesinados a flor de piel. Cuatro días ha tenido sentido el homenaje del Gobierno vasco a las víctimas del terrorismo, pero la memoria histórica, discriminatoria donde las haya, se ha encargado de quitarle su actualidad, su dimensión dramática –ya dijo el presidente del Gobierno que él se sentía cercano y parte de ellas debido al fusilamiento de su abuelo durante la guerra-, y su importancia política actual. Esa es la utilidad y el papel de la memoria histórica.
De nuevo todo confundido, priorizado lo que estaba priorizado y humillados los anteriormente humillados, como estaba antes del homenaje a las víctimas. Finalmente para responsabilizar de toda violencia a los enemigos de siempre, a los históricos, coincidiendo en ello con los terroristas –léase el manifiesto del portavoz de ANV para los que aún estamos en esa guerra por demás manipulada-. Y definido el enemigo de siempre, diseñar una paz a gusto y medida de los que potencian este tipo de homenajes y esta memoria histórica, buscando en la actual derecha, cual quijotes en su demencia gigantes en los molinos, los enemigos a los que ganar una guerra que se perdió hace sesenta y ocho años. Sin que nadie se de cuenta que estos quijotes están dementes.
Mientras tanto la política de país no supera un mal guión de la muy constructiva serie de Rasca y Pica que vemos en Los Simpsons. Hay un juicio por el 11M que parece sólo importar por achacar responsabilidades políticas al otro, nadie conoce el nombre de los acusados, pero sí el del director de la policía de entonces y el de sus colaboradores, hoy enfrentados en sus testimonios. Ventilador para los casos de corrupción y fraude mientras ETA pasa el impuesto revolucionario y el Gobierno, después de una gloriosa verificación del alto el fuego permanente, con parsimonia y objetividad, la que no tiene para otras cuestiones, matiza y distingue en las candidaturas de los que apoyan a ETA, a pesar del excelente aviso en el editorial de El País del día 27 en el que denuncia que lo importante para ETA no es tanto presentarse a las elecciones como burlar la ley. A pesar de estos avisos habrá listas que burlen la ley.
Efectivamente, y este comportamiento de ETA no es muy antiguo, lo ha aprendido a lo largo del proceso paz del que ha salido más que fortalecida eufórica. Si bien es cierto que ETA padeció el impacto del 11M, no por la crueldad del mismo, sino porque el protagonismo del terror se lo arrebataba el terrorismo islamista, pronto fue consciente, por las consecuencias políticas de aquel atentado, de la vulnerabilidad de cualquier gobierno español. Sacó la lección, aprendió de aquella cruel experiencia que el terrorismo puede quitar y poner gobiernos. En países con poso democrático e institucional la sociedad refuerza el poder existente, en España no. Eso lo vio ETA, y si bien su capacidad operativa para el ejercicio de la violencia estaba muy mermada, una sabia combinación de negociación política y presión violenta le podía poner al Gobierno Zapatero en una situación tan mala como la de Aznar el 11 M. Por eso el Gobierno y el PSOE, consciente cuando ya estaba dentro de la trampa en la que se ha metido, hará lo posible para que existan listas electorales del mundo de ETA, hará lo posible por darles una salida con el fin de que no atenten antes de las elecciones. Lo que significaría que tenemos un gobierno bajo chantaje. Chantaje que volverá a demostrarse de forma mayor durante la elecciones generales. Habrá listas.
Tendremos, pues, las listas de Batasuna en este año de la memoria histórica, instrumento sin igual para desterrar la historia, falsificarla y manipularla. Mediante ella el Gobierno vasco puede pedir al Gobierno español, dice que como sucesor del de la República -lo que no se entiende muy bien, será más bien porque sigue teniendo el pecado de seguir por el momento siendo español- que pida perdón por el bombardeo de Guernica. Pero ya que se le pide eso, y usando la historia esta vez, se le podría pedir de paso, que condenara los comunicados de adhesión al alzamiento del 18 de julio que hicieran el Araba Burubatzar y el Naparra Burubatzar del PNV. ¿Y qué pedirle, si no, al Gobierno español, sucesor dicen ellos del de la República, ya que andamos de peticiones, ante la traición a la República de los batallones nacionalistas en Santoña?. Más vale abandonar la memoria histórica, que sólo sirve para desenterrar una guerra brutal que, eso si lo consigue, deja a cualquier terrorismo pequeño. Pero sería estúpido consolarse del terrorismo con una guerra civil. Menuda solución la de los estrategas de determinados cuartos de banderas de algunos partidos.
Total, que lo de Guernica ha servido para volver a abandonar a las víctimas, y la memoria histórica en general para poner de enemigo al PP.
Eduardo Uriarte, BASTAYA.ORG, 2/5/2007