Cuchillo al rojo

ABC 30/05/14
DAVID GISTAU

· La incertidumbre y el ambiente volátil han generado impaciencia entre los barones que deberán afrontar elecciones locales

La atribución a Rubalcaba de superpoderes maléficos está enrevesando la explicación a la última semana de implosión socialista. Nadie acepta que el caos pueda no ser sino otra obra maestra de la intriga del todavía secretario general, ni aunque sus contradicciones de lunes a miércoles valgan lo mismo para retratar a un político deshinchado, al pairo, psicológicamente ya ido, aferrado a la última renuencia de no entregar la transición a una gestora, pero que en todo caso ya ha dejado un vacío de determinación en el liderazgo que ha favorecido la conversión del partido en una grillera en la que resulta más difícil orientarse que en una trama de Arséne Lupin.

La teoría de la conspiración presenta a Madina como una herramienta con coartada juvenil pensada para controlar un cambio lampedusiano que mantenga el partido bajo la tutela, cada vez más oscura, del viejo linaje del 82. Niega por tanto a Madina autonomía propia, más allá de que sus reticencias de eterno Bartleby no ayuden a considerarlo un fogoso creador de porvenir, y lo obliga a chocar con Susana Díaz y la arrolladora federación andaluza, la única indemne a las europeas y con capacidad intimidatoria que conserva un PSOE escuálido. Madina podría acabar así atado al radiador de un camión, como el oso Lotso en «Toy Story», a poco que cuajaran estas conjeturas basadas en la infatigable constancia en la maldad de Rubalcaba.

Estas hipótesis invalidantes para Madina coinciden con el regreso de Carme(n) Chacón, que acaso conserve entre los dedos de los pies arena de playa como la que en los tiempos de estudiante me gustaba descubrirme en los zapatos en septiembre, cuando aún sentía la añoranza del veraneo, de las pachangas con marea baja y, ay, de los amoríos en un rudimentario inglés con muchachas que luego volvían a su bruma calvinista. Chacón está tardando en aceptar que no habrá, no al menos como estadio inicial del proceso, unas primarias abiertas, para las cuales se dice que tenía diseñada una gigantesca campaña con apoyo de la Sexta, a la que tal vez recuerden por producciones anteriores como Podemos. Si Rubalcaba fuera como lo describen en la Sexta, podría doblar tenedores por telequinesis, no digamos estrangular bebés telepáticamente.

La incertidumbre y el ambiente volátil han generado impaciencia entre los barones que deberán afrontar elecciones locales. Cuatro se han pronunciado a favor de Susana Díaz para sacar el futuro del azar y encomendarse cuanto antes a una jefatura fuerte. Eso conduce a un contexto de elección ortodoxo y controlado, ejecutado cuanto antes, que postergue para un futuro más estable retóricas de la democracia, la apertura y la ventilación tales como las primarias abiertas. Que en el PSOE no están para coñas, vaya, sino para cauterizar con un congreso ortodoxo como el cuchillo al rojo aplicado a la herida.