Al ex preso de ETA De Juana le condenaron los tribunales por un delito de amenazas y, sin embargo, no sólo en sus círculos más estrechos sino en el entorno del Gobierno vasco y de EiTB han dicho que esa condena fue «por un delito de opinión».
Cuando se orientan los focos del espectáculo ante un solo punto geográfico y la atención mundial se centra, como ocurre estos días, en los Juegos Olímpicos de Pekín, los anfitriones que, en este caso, cuentan en su inventario con varios puntos negros en el respeto de los derechos humanos, el pluralismo político y la libertad de expresión, se esfuerzan por mostrar la imagen más amable del régimen totalitario. Las autoridades chinas lanzan a sus voluntarios forzosos a la calle para maquillar con su sonrisa fácil las penurias del sistema.
Saben que las ventajas de una buena publicidad puede reportarles jugosos beneficios, porque se juegan su prestigio, que cayó al más bajo nivel hace tan sólo unos meses cuando la televisión mostró la persecución de los disidentes tibetanos. En Euskadi, quienes manejan los resortes de la propaganda como nadie son los seguidores del nacionalismo radical del entorno terrorista. Jamás dejan pasar una oportunidad para proyectar una imagen que dé la vuelta a las cosas y sitúe a los cómplices de ETA como víctimas políticas o disidentes de opinión.
Al ex preso de ETA De Juana le condenaron los tribunales por un delito de amenazas y, sin embargo, no sólo en sus círculos más estrechos sino en el entorno del Gobierno vasco y de EiTB han dicho que esa condena fue «por un delito de opinión». Al final, y después de mucho repetir el mensaje, queda prendida la idea de que el ex preso, del que el consejero Madrazo todavía espera que reconozca el daño causado con sus 25 asesinatos, ha pasado los últimos años en prisión por haber escrito unos artículos a los que se le dio demasiada importancia.
Ahora, en fiestas de San Sebastián, la izquierda abertzale que apoya a ETA quiere manifestarse para convencer -¿o incordiar?- a los visitantes de la ciudad de que los terroristas son en realidad unos patriotas, que Euskadi padece un «estado de excepción» y que no es mar todo lo que reluce. Con tal de llamar la atención, figuran en los carteles de fiestas las causas ya superadas. El homenaje a la ikurriña, por ejemplo. Está convocada otra manifestación para sorpresa de algunos visitantes europeos que preguntaban, nada más conocer la convocatoria, si la bandera vasca está amenazada. La estrategia de los radicales descansa, sobre todo, en la propaganda.
En la otra cara más escondida al turismo, permanecen los homenajes al empresario Korta, asesinado hace 8 años, y a Casanova en la localidad navarra de Berriozar. Mientras tanto, en Ondarroa el ‘agujero’ tributario se disfraza de victimismo político y el Gobierno español pide la ilegalización de ANV y EHAK por ser una «herramienta» de ETA. Vuelta a la política de la firmeza con los colaboradores del terrorismo después de haber fracasado con la negociación. No estaría mal que se reconociera. Lo demás son cuentos chinos. Una lástima haber perdido tanto tiempo.
Tonia Etxarri, EL CORREO, 9/8/2008