TONIA ETXARRI-El CORREO

Sánchez prefiere no verla. Tenemos por delante una cuesta arriba de gran desnivel pero el presidente se pone las orejeras, no quiere que nadie le distraiga en su intento de compensar las malas noticias. El encarecimiento de la energía, no solo de la luz sino también del combustible, está provocando un malestar ante el temor del empobrecimiento de las clases medias. Necesita vender optimismo que contrarreste su mala imagen en los sondeos. Por eso ayer, en su puesta de largo del inicio del curso político y rodeado de representantes de importantes empresas del Ibex, tan pendientes todos del reparto de los fondos europeos, volvió a exhibir su medallero olímpico. Por pura necesidad de contrarrestar con una intensa agenda social su desgaste por el subidón de las tarifas eléctricas después de haber quedado de manifiesto su incapacidad para encauzar este problema, cuya solución veía tan fácil cuando ejercía de jefe de la oposición.

Somos los mejores y estamos tan recuperados ya del susto del covid que este Gobierno se puede permitir una subida inmediata del Salario Mínimo Interprofesional. Fue su regalito de compensación al ‘tarifazo’. Una precipitación, según los empresarios, los economistas y los sufridos autónomos. Pero Sánchez es tan benévolo (inconsciente lo llaman los gurús liberales) que se atreve a permitirse repartir una riqueza que todavía no se ha generado.

Se ha creado empleo en agosto, pero ya veremos la extinción de contratos cuando finalice el verano. Quizás por eso Sánchez se aferra al presente sin calcular las consecuencias de unas medidas que, según la CEOE son populistas. Lo cierto es que ha ganado la apuesta la ministra Yolanda Díaz, los perdedores van a ser los pequeños empresarios y muy especialmente los autónomos, que van a tener que pagar más su cuota a la Seguridad Social; un impuesto al trabajo en toda regla.

El presidente de los empresarios, Antonio Garamendi, que se perdió hace meses en una nebulosa de mensajes contradictorios con los indultos del ‘procés’, quiso escenificar el rechazo a las medidas de Pedro Sánchez con un plantón al acto, dejando un mensaje claro sobre la mesa: no es el momento para subir el SMI, todavía no se ha consolidado la recuperación.

No importa. El presidente del Gobierno seguirá con sus monólogos. Ahora le interesa enfriar el polvorín catalán. Ya tuvo bastante rechazo con los indultos concedidos como para meterse en la reforma del delito de sedición. ‘Stop’, de momento. Y ya veremos si estará él en la mesa de diálogo con los representantes de la Generalitat. Habrá que sopesar la reacción de los afectados cuando celebren la Diada, el 11 de setiembre. Ayer, Isabel Díaz Ayuso contraprogramó a Sánchez anunciando la eliminación de los impuestos propios de la comunidad de Madrid. Un claro desafío a la política fiscal de La Moncloa desde el liderazgo más claro del PP. Pero no se le pudo preguntar por tantas cuestiones. Porque Pedro Sánchez sigue sin responder a preguntas de los medios de comunicación. Nuevo curso, viejos vicios.