- Señalan a Ayuso desde sus propias filas. «El único punto débil de Feijóo», susurran voces conspiradoras. Un año después de Casado, vuelven viejos usos a Génova
¡Alarma, alarma! Temblequera en Génova. La izquierda enloda a Goya, again, y colma la Cibeles de sindicalistas liberados, celadores ofuscados y miembros de los coros y danzas de médica y madre. La culpa es de Ayuso, murmuran las sabandijas populares. Es nuestro punto débil, añaden las sanguijuelas. Un año se cumple de la defenestración de Pablo Casado, tras su torpe conjura contra la presidenta madrileña. Algunos parecen promover una secuela. No tan burda como el original. Algo más sutil, un leve toque, para bajarle los humos a la lideresa. «Al suelo que vuelven los nuestros», mascullaría don Pio.
En el PP siempre hay alguien que opta por el camino equivocado. Aquel que conduce a la autolesión y al ridículo. García Egea fue el último. Ya hay quienes han tomado el relevo. Por necedad o estulticia. Lejos de reforzar a su principal activo electoral, se dedican a tocarle el esternón. La envidia es propia de siervos. Apolonio. Pocas voces en su defensa, escasas palabras de aliento. Núñez Feijóo, luego de despojarse del esmoquin de la indecente goyesca (se ruega a los asistentes no violar sin consentimiento, rezaban más o menos los carteles) atinó a enhebrar unas palabrejas: «No amplía el Gobierno ofertas para los MIR, ni crea plazas de médicos». Como queriendo decir que la culpa no es del Gobierno de la Comunidad de Madrid. A, vaya, menos mal. La todavía titular del invento, Carolina Darias, se encaramó este martes en la mesa del Consejo de Ministros para discutirle la mayor con menos argumentos que un tramposo de la baraja…
La ley de su pareja, Irene Montero, se ha convertido en su estandarte electoral, en la única arma de agitación con que cuenta Podemos para presentarse ante las urnas de mayo
Cuando más atribulados se muestran en Ferraz, cuando más noqueado aparece el PSOE, presto llegan los traidorzuelos del PP a echar una mano. Imperaba la teoría que basta con dejar a la Moncloa que atienda la partitura de Bolaños, sumo sacerdote de la inutilidad, e ignorar las estridentes arengas de Vox, para que Feijóo pueda soñar con el triunfo. Podemos redondea obsequiosamente el trabajo. La ley del sí es sí es el salvoconducto hacia la victoria de la derecha.
Nada más grotesco que escuchar los insultos morados. El PSOE defiende el Código Penal de la manada. Su líder es como Abascal, un maltratador (de animales). Es blandengue, actúa bajo presiones de la derecha. La parte socialista del Gobierno es facha. Sánchez es del PP. Y así. La embestida del fiero testuz morado contra la quijada de su socio de Gabinete evidencia, primero, que la familia del progreso atraviesa por momentos ríspidos y, al tiempo, que Pablo Iglesias ha decidido dar batalla para evitar su extinción. La ley de su pareja, Irene Montero, se ha convertido en su estandarte electoral, en la única arma de agitación con que cuenta para presentarse ante las urnas de mayo. Solivianta a la izquierda carvernícola, inquieta al progresismo viejuno y moviliza el voto desabrido que le concedió 71 escaños en las generales del 16. Y, al tiempo, el PSOE se queda sólo, como se constató en la mesa del Congreso este martes, en una imagen de pavorosa fragilidad hasta ahora desconocida.
En las performances organizadas por los koalas de Presidencia, Óscar López y Antonio Hernando, esas lumbreras, apenas consigue escapar del territorio del ridículo
Sánchez maniobra sin tino, perdido entre las sombras del desconcierto. Lo primero, acabar con el desfile de violadores, incluso gracias a los votos del PP. Centrarse luego en la agenda económica y, al tiempo, ‘humanizar’ su imagen pública, tan intragable. El destino, a veces justo, le da la espalda. Todo le sale mal. El auto del Supremo acaba de tumbarle sus trampas con la malversación. Junqueras, su báculo más fiel, no podrá ser candidato, lo que, sin duda, le enerva. ¿No estaba eso ya arreglado?, se queja el gordinflas de ERC. El magistrado Marchena, al tiempo, proclama urbi et orbi que el Estado quedó desprotegido ante un nuevo intento golpista tras derogarse el delito de sedición. No es poca cosa. La democracia, en bolas ante los ultras lazis. Para colmo, en las performances organizadas por los koalas de Presidencia, Óscar López y Antonio Hernando, esas lumbreras, apenas consigue escapar del territorio del ridículo. De los autores de la petanca de Coslada, el absurdo paso en bici con Oscar Puente, los libritos con Illa, acaba de estrenarse el cafelito con los jóvenes de Parla, tan espontáneo.
Difícilmente pueden alinearse los astros tan a favor de un candidato como ahora lo hacen con Feijóo. Tan sólo debe mantener la templanza, una de sus virtudes, y no prestar oídos a quienes no ayudan. Ayuso es el objetivo de la izquierda para este 28-M. Si no renueva su mandato, escenario muy improbable, el PP quedará tocado y su líder, prácticamente fenecido antes del gran combate de las generales. No tener esta idea muy clara se antoja absurdo. No salir en tromba en defensa de la presidenta madrileña es un disparate. Pues bien, hay en los tejadillos del PP unos cuantos cermeños obsesionados en bajarle los humos, quizás por estulticia, cobardía o, simplemente, por molestar. «Si tienes algo mejor, exponlo, y si no, sométete a la autoridad», invocaba Horacio. Bueno sería un toque de corneta antes de que los pescozones a Ayuso se conviertan en puñadas. Alguien puede hacerse daño.