Marta García Aller-El Confidencial

  • Una de esas incógnitas determinantes que permanece escondida a la demoscopia es qué va a pasar a la izquierda del PSOE

Como vampiros frente a un espejo, en las encuestas, los dos enigmas de los que puede depender el resultado de unas futuras elecciones generales no salen reflejados. No pueden salir porque todavía no tienen cuerpo. Sin embargo, esas dos tendencias invisibles en los sondeos pueden inclinar la balanza del bloqueo electoral que se deduce de la última encuesta de IMOP Insights para El Confidencial. 

Antes de ir a lo que no puede reflejarse, veamos lo que sí sale en la foto demoscópica del Observatorio Electoral. En octubre, el PSOE pierde fuerza y el PP la gana, Vox se consolida, UP aguanta y Cs desaparece. Los principales partidos siguen prácticamente empatados, aunque aumenta la distancia entre la derecha y la izquierda. Pedro Sánchez obtendría el 25,8% de los votos (un punto menos que hace un mes), mientras que Pablo Casado lograría el 26,8% de los apoyos (cuatro décimas más). La suma de PP y Vox se queda en 173, a solo tres de la mayoría absoluta. La derecha supera cómodamente la suma de PSOE y Podemos (129), pero no le basta para gobernar.

El Congreso que saldría de este Observatorio Electoral sigue teniendo muy difícil lograr un acuerdo de investidura (el PP dependería de sumar al pacto con Vox los dos escaños de Navarra Suma y el único de Cs, que ni siquiera es seguro que saque representación). Esa es la conclusión más visible de la encuesta, pero atención a lo invisible. Una de esas incógnitas determinantes que permanece escondida a la demoscopia es qué va a pasar a la izquierda del PSOE. Las encuestas no pueden medir el tirón del proyecto de la vicepresidenta Yolanda Díaz porque ni siquiera existe todavía. 

La marca Podemos, que va desdibujándose a marchas forzadas desde la retirada de Pablo Iglesias, no sirve para medir qué puede pasar con esa nueva plataforma de las izquierdas en la que trabaja su sucesora. Sin embargo, lo que sí mide la demoscopia es que la gallega es la líder mejor valorada por los españoles, según el CIS de septiembre, por lo que conviene tenerla presente. Su puntuación (4,6) está una décima por encima del presidente del Gobierno y es muy superior a la que tenía el exlíder morado (que rondaba el tres antes de abandonar el Gobierno). El efecto de esta buena imagen es muy difícil de calcular. En 2019, Íñigo Errejón salía también como el líder más valorado en algunas encuestas y su nueva formación, Más País, obtuvo dos escaños.

Puede que en Moncloa teman el éxito de Yolanda Díaz, pero lo necesitan. El hundimiento de Podemos no serían buenas noticias para el PSOE si no se compensa con una nueva plataforma, porque Sánchez necesita un socio estable que sume para seguir gobernando. El Más País de Errejón duplica en la última encuesta sus escaños (de dos a cuatro), pero sigue siendo una fuerza residual. Podría sumarse a Díaz, que cuenta con movilizar a los dos o tres millones de votantes de izquierdas que históricamente prefieren quedarse en casa que votar socialista, a los que habría que sumar, además, las dudas de los descontentos del sanchismo, que ya no cuentan con el partido naranja para refugiarse (Cs podría ni siquiera lograr un escaño por Madrid). La posibilidad de que Vox entre en un Gobierno con el PP es también otro revulsivo con el que cuenta la izquierda.

Las encuestas no pueden saber todavía si estamos magnificando la popularidad de Díaz, que no cuenta con una estructura tradicional, pero sí con el apoyo capilar del sindicato CCOO. La vicepresidenta tercera, que no milita en Podemos sino en el PC, podría ayudar a Sánchez a movilizar a los votantes descontentos de la izquierda. Sin embargo, las encuestas están tan perdidas en esto que ni siquiera es posible calcular aún si su “frente amplio” puede acabar siendo un bluf. Por no saber, no sabemos aún cómo sería esa posible alianza electoral, posiblemente con la alcaldesa Ada Colau en Cataluña y Mónica Oltra en la Comunidad Valenciana (la suma de Teresa Rodríguez en Andalucía de momento no parece posible).

Falta que la plataforma de Yolanda Díaz adquiera alguna forma. Y ni siquiera entonces, cuando vaya aclarándose cuántas mareas o confluencias suma, lo va a tener fácil la demoscopia para hacer predicciones si, como parece, cada agrupación territorial va por libre. Díaz dice que no planea hacer un partido formal, y la suma de amalgamas es tan líquida y tan difícil de medir para los expertos que no solo les dará quebraderos de cabeza en las encuestas preelectorales, también en las poselectorales. En cada sitio se podrían presentar con un nombre distinto, como hizo Podemos en las autonómicas de 2015, cuando los morados obtuvieron sus mejores resultados. 

El otro de los movimientos subterráneos que pueden reconfigurar el panorama electoral en el próximo año son las iniciativas de la España vacía 

El otro de los movimientos subterráneos que pueden reconfigurar el panorama electoral en el próximo año y las encuestas tendrán mucho problema en detectar son las iniciativas de la España vacía. Si empiezan a salir más plataformas como Teruel Existe, el problema para mantener su subida de escaños lo tendría la derecha. Estos fenómenos son más probables en provincias de la España interior donde el PP es más fuerte (y lo era Cs). Es lo que mi compañero Ignacio Varela, el analista que mejor conoce los detalles del Observatorio Electoral de El Confidencial, llama la territorialización de la política española.

La proliferación de partidos regionalistas no nacionalistas que buscan con una mayor fragmentación que el Congreso haga caso a sus provincias, despobladas de habitantes, es determinante en el reparto de escaños. Lejos de ser anecdótico, la proliferación de pequeños partidos provinciales tiene un gran impacto en la gobernabilidad de España. Mejor dicho, en la ingobernabilidad.

La creciente fragmentación del Congreso es evidente: de los 20 partidos políticos representados en el Congreso, ya hay 14 que son de ámbito territorial (ya los hay en Cantabria, en Navarra, en Asturias, en Teruel, en Canarias, etc.). Y, dado que se está demostrando provechoso para estos territorios tener un partido de un solo diputado que represente a su provincia para meter baza en los Presupuestos, el fenómeno puede ir a más en otras provincias estratégicas, de Soria a Jaén. Sin embargo, por determinantes que puedan resultar, es muy difícil para las encuestas a nivel nacional detectar estas iniciativas y medir su fuerza.

Normalmente, los grandes partidos temen las encuestas porque muestran sus debilidades. Esta vez tienen motivos para temer, además, todo lo que no reflejan.