Juan Francisco Ferré-El Correo
- El próximo episodio del culebrón dadaísta es la investidura de Sánchez y conviene estar preparados.
Hace dos semanas me equivoqué al hablar del sanchismo como surrealismo. Al volver a ver las películas de los hermanos Marx durante esta semana, como menú alternativo a la retransmisión televisiva de la falaz investidura de Feijóo, caí en la cuenta del error. Por qué llamar surrealismo a lo que simple y llanamente había que calificar de dadaísmo. La praxis agresiva, la destrucción programática, la voladura del sistema y la subversión institucional en curso encajan aún más con el método dadaísta que con el surrealista. Tras la regresión infantil y la ruptura del orden, la imposición de un nuevo orden fundado en la arbitrariedad y el mangoneo del líder máximo, imitando el paradigma latinoamericano, castrista o chavista, tan venerado aquí por los indigentes intelectuales y los necios natos. El esperpento escenificado estos días en el Congreso no desmerece de los momentos supremos del cine de mis admirados hermanos Marx. El problema político es que el camarote de la fraternidad marxista hiede hoy a huevos podridos.
La farsa fúnebre de la derecha, sin embargo, no debería confundirnos. Los que hablan del pacto de la Transición y reivindican su herencia olvidan que los logros de todo aquello los tenemos a la vista, las consecuencias de muchas de sus estrategias, cesiones y concesiones, son estas y no otras. La farsa y licencia de la izquierda, en cambio. quiere convencernos del absurdo. Las elecciones generales las ganaron los independentistas catalanes y, por carambola, los vascos. No dejemos que nos intoxiquen. Mientras no entendamos de verdad lo que pasa seguiremos dándole vueltas a las trampas retóricas con que se pretende blanquear el reverso tenebroso que ha abducido a Sánchez.
En este sentido, sorprende la izquierda iletrada que justifica la amnistía separatista con el mantra facilón de «pasar página». Mala metáfora. Es irónico que quienes no han leído demasiados libros en su vida, vicio nacional, y han hecho lo posible por que se lea cada vez menos en la escuela, se apunten ahora al acto culto de la lectura, consistente en pasar a otra página tras comprender el contenido de la página anterior y no en olvidarlo como si nada. Esta casta sectaria nos arrastra al abismo de la mediocridad, la ignorancia y la manipulación. Espero que la oposición a la investidura de Sánchez sea dura. Un ataque dadaísta a la línea de flotación de este proyecto destructivo y nefasto. Soy ingenuo y creo aún en el poder de la homeopatía. Combatir el mal con el mal. No hay elección.